07 noviembre 2007

Viejo Coetzee

Hace ya unos cuantos posts escribí acerca de mi extraña relación con JM Coetzee. En resumen: Coetzee me gusta mucho, me cae bien y creo que es el mejor Nobel en los últimos años; sin embargo, sus libros siempre me decepcionan.

Diario de un mal año nara la relación un punto erótica entre un viejo escritor y su joven y bella vecina, a la que contrata como mecanógrafa; completa el triángulo la pareja de la mujer, un tipo cínico y bastante antipático. Cada página de la novela se divide en 3 partes: la priera está dedicada a los escritos del viejo (primero una serie de ensayos políticos y después unas breves reflexiones mas suaves) y las otras dos a contar la relación triangular desde puntos de vista diiferentes, el del viejo y el de la bella vecina.

Las posibilidades de lectura son varias: leer las páginas como de costumbre, alternando cada pocas líneas temas y voces diferentes, o leer por un lado los ensayos y por otro la narración propiamente dicha. Yo elegí la primera opción, aunque debo confesar que en ocasiones me salté algunos ensayos (no todas las opiniones de Coetzee son interesantes).

El estilo que sa el sudafricano es, como siempre, bello y preciso; una mezcla entre Kafka y Nabokov, (si eso es posible). Sólo por leer ciertos párrafos merece la pena la novela.

Sin embargo, en la novela no pasa nada: el escritor termina su libro de ensayos y la vecina bella abandona a su cínico novio (o marido, no recuerdo). Eso es todo.

Ahí esá el punto de decepción. La novela está muy bien estructurada, los ensayos y las voces de los protagonstas se compaginan a la perfección, los personajes están bien definidos, hay un ritmo ágil...

Y si embargo...

Será una cuestión personal.

En cualquier caso, es un libro que cualquier lector de Coetzee no debería perderse. ¿La razón? Al terminarlo uno tiene la impresión de que ésta es su última novela, la sensación de melancolía es inevitable (junto con una triste sonrisa agradeciéndole las páginas escritas durante años). Quizá Diario de un mal año sea una especie de testamento literario. El protagonista está viejo, con achaques, ya no logra seducir a las mujeres, y escribe ensayos porque no se siente con fuerzas para redactar toda una novela. Quizá como el propio Coetzee.

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