07 junio 2010

Mudanza

Como decía en el post anterior, vuelvo. Pero a partir de ahora en este blog de Wordpress. Un placer

11 abril 2010

Interludio

Pero si me prohibieran pasar
por ser yo diferente o rechazado
incluso así pasaré.
Inventaré la puerta y el camino.
Y pasaré solo.

Con estos versos de Ledo Ivo cierro por un tiempo este blog. Volveré, seguro.

22 marzo 2010

Away we go, la vena optimista de Sam Mendes

Away we go es la peor película de Sam Mendes. Lo que no significa que sea una mala película, ni mucho menos. Pero sus anteriores trabajos -American Beauty, Revolutionary Road, Road to Perdition- eran redondos, soberbios, duros. Aquí ha aflojado el nivel de pesimismo y humor negro; hasta el punto de que si tras ver su anterior trabajo los solteros nos alegrábamos de no tener pareja, ahora el matrimonio puede llegar a parecer una situación positiva.

Sam Mendes nos cuenta la historia de una pareja de treintañeros que tratan de convertirse en una familia normal al descubrir que van a ser padres. Para eso, lo primero es tener una casa propia y abandonar la caravana en la que viven. Ante la imposibilidad de residir en la casa de los padres de él (que deciden mudarse a Europa y alquilar la vivienda a unos desconocidos), comienzan un viaje por diferentes ciudades de Estados Unidos y Canadá, en busca de "el mejor lugar del mundo" tal y como han traducido en España con muy poco acierto. Mucho mejor la traducción literal, Allá vamos.



En su recorrido paran en casa de amigos de la infancia, antiguos compañeros de trabajo y familiares. Todo les animan a vivir en sus ciudades y, en definitiva, comportarse como ellos. En estas visitas se producen los mejores momentos de lapelícula. Ninguna de estas familias son ideales, pero creen serlo. Está la mujer sin tapujos que sólo piensa en sexo, en un patético intento por recuperar la belleza perdida, la pareja estilo new age que duerme en la misma cama con los niños...



El final de Away we go podría ser el inicio de la relación entre la Kate Winslet y el Leoardo di Caprio de Revolutionary road. Pero espero que no terminen igual...

15 marzo 2010

Causas y azares: primer cortometraje

Dije en verano y repetí hace dos meses que éste iba a ser un año enfocado al cine. He visto muchas películas, he leído un puñado de guiones y de manuales sobre escritura para cine y estoy cursando un máster que, se supone, me va ayudar en mi camino. Sólo me faltaba la práctica, y este fin de semana me he puesto a ello.

Con la inestimable ayuda de varios compañeros de mi trabajo, he grabado mi primer corto. Se llama Sed. Y cómo no, tiene una historia detrás.

Hace varios meses, comenté a Miguel Cortiñas, uno de los socios de la productora zaragozana Pixel y Gretel, que quería rodar un videominuto para un concurso de la Universidad de Zaragoza. Me dijo que le diese un guión y lo montábamos juntos. Le enseñé varios microrrelatos que escribí hace unos 4 años para un taller de literatura online y eligió el más sencillo de grabar (el que no requería volar un avión o quemar un teatro). Era éste.

Tanilo Guyo era un hombre con una rara enfermedad: sed permanente. Cada mañana, Tanilo salía de casa con una botella de dos litros de agua para el camino; durante la jornada laboral, acababa otras tres.

El día de la huelga general, Tanilo fue a trabajar. En la puerta, varios piquetes le impedían el paso.

Camino a casa, volvió la sed.

Buscó un bar por los alrededores, pero estaban todos cerrados; lo intentó en bancos, comercios; llamó a los timbres. Nadie quiso abrirle.

Tanilo Guyo fue la única víctima de la huelga general; murió delante del Ministerio del Interior, donde sólo pretendía que le dieran un poco de agua.


Lo reconvertí en guión en una tarde y escribí la secuencia de planos el día de Nochebuena. Para ello me leí un manual básico de narrativa audiovisual y, pese a mi inexperiencia en la materia, le gustó. Excepto algún plano añadido para poder jugar en montaje, ése ha sido el guión que hemos utilizado.

Supongo que en las producciones grandes los integrantes del equipo se reparten las tareas. Aquí buena parte del curro se lo ha llevado Cortiñas. Alquiler y manejo del equipo, selección del actor, reclutamiento de personal, montaje... Se lo agradezco de todo corazón. He aprendido mucho de él y del resto de compañeros: Rubén Sanbruno, David Calvo y Julián Flordelís, que empezó en la historia prestando su coche y se convirtió en imprescindible a la hora de organizar a la gente en la Calle Alfonso e impedir que nadie resultase herido.

Tanilo Guyo es interpretado por Jesús Llanos, un actor de teatro al que yo no conocía y que ha conseguido clavar la imagen que yo tenía del personaje (además de ser un tipo estupendo)

Si algo he aprendido con la grabación del corto es la diferencia entre la literatura y el cine (por más que conociera la teoría). Escribí el relato solo en pocos minutos, pero para plasmarlo en imágenes es necesaria la colaboración de más de una decena de personas.

Y no me olvido de los extras, de la actriz secundaria, de la compañera que me cambió el turno para permitirme grabar, de la amiga que locuta el único texto que aparece en el corto, de los amigos que me prestaron la casa para grabar, de la vecina que tuvo que aguantar ruidos a las 4 de la mañana, de la persona que me dio a conocer la existencia del concurso, de los que me han animado.... Espero no dejarme a nadie.

Es imposible nombrar a todos en los títulos de crédito. De ahí este post.

Muchas gracias.

Espero que éste sea el inicio de una larga y satisfactoria carrera. El tiempo lo dirá.

10 marzo 2010

Joan Baez: autobombo

La primera vez que escuché una canción de Joan Baez fue en 1996. Por entonces Antena 3 emitía un show llamado Lluvia de estrellas, en el que ciudadanos de a pie interpretaban temas de sus cantantes favoritos. No era, ni mucho menos, un programa de mi agrado, pero por entonces no existía Internet y uno se tragaba lo que había.

En aquella ocasión, una chica joven interpretó El preso número 9. Yo me quedé fascinado y pregunté a mi madre de quién era aquella canción. Su nombre, como a tantos otros, me dejó confuso: ¿Joan era una chica? Creo recordar que la concursante llegó a la final y repitió la canción. Era bellísima (aunque hoy suena muy políticamente incorrecta).



Poco tiempo después, tuve la oportunidad de escuchar a la propia Joan Baez en una de sus míticas interpretaciones. Por entonces asistía a clases de inglés en una academia y la profesora nos hacía escuchar canciones de cuando en cuando. Nos daba un papel con fragmentos de la letra y teníamos que completarla.

Aquella canción era Blowin' in the wind.



Pedí prestada la cinta -algo que no estaba muy permitido, pero me la pasaron a condición de que no dijera nada a mis compañeros- y la escuché en el salón de mi casa una y otra vez. Por entonces pensaba que era un tema propio, y el nombre de Bob Dylan me era totalmente desconocido. En ocasiones me parece increíble que algunos compañeros de viaje -en términos de cultura- no hayan estado siempre ahí; y al mismo tiempo me resulta entrañable recordar cómo los descubrí.

Aquel año, por mi cumpleaños, pedí un disco suyo. Me lo regaló una amiga de mi madre, y fue un fracaso absoluto. La chica que cantaba en Lluvia de estrellas era rubia y la mujer que aparecía en la portada tenía el pelo oscuro. Ante la asombrada dependienta de El Corte Inglés, lo devolví diciendo: "Ésta no es Joan Baez".

El orden de los siguientes discos es confuso. Sé que, de tanto escucharla, destrocé una cinta de cassette de un concierto de 1980. Sé que un amigo me prestó un recopilatorio; lo grabé y acumuló polvo hasta que descubrí que merecía la pena. Sé que la madre de una amiga me grabó una cinta con show en Italia y otro en Japón (escuchar Blowin' in the wind en japonés es bastante curioso). Sé que me compré un doble recopilatorio donde mezclaban temas en estudio y en directo, que leí el folleto hasta casi aprendérmelo de memoria, que aprendí mucho inglés a base de escuchar las canciones y transcribirlas, que gracias a ellas descubrí quiénes eran Sacco y Vanzetti y vislumbré el horror de Camboya...

Aquel verano fui a Inglaterra. Durante 3 semanas residí en un pueblito de Cornualles, en casa de una pareja de abuelos con el acento más cerrado del país. Un día me llevaron a Portsmouth, una ciudad cercana. Allí tuve la oportunidad de comprar un álbum grabado en directo en Bilbao. Sigue siendo uno de mis discos preferidos.

Pasan los años y crecen los discos en mi estantería. Los originales, los comprados en Amazon, los piratas bajados de internet, los DVD's. Pero en un momento dado, el folk y los cantautores dejan paso al jazz y a eso que llaman rock-pop alternativo (que va desde Sigur Ros a Walkabouts o Wilco). Joan Baez es un recuerdo de tiempos pasados. No escucho sus nuevos discos, no sigo su web, y los CD's de mi estantería van mudando de lugar, hasta acabar en los rincones más invisibles.

Pero a finales de 2009, en un repaso casual a las webs de algunos artistas, descubro que Joan Baez da un concierto en Barcelona. Sin pensarlo, compro 2 de las entradas más baratas: segundo piso, visibilidad nula (las de platea cuestan 70 euros, si no recuerdo mal)

Una confusión en las fechas impide ir a al concierto a un amigo que vive en Barcelona (un cantante lírico a quien he torturado tanto con sus canciones, que ha llegado a gustarle) y convenzo a @cristinapg para que me acompañe. La chica no ha escuchado a Joan Baez en su vida, pero se anima a la aventura. AVE, paseo, café en el Palau de la Música (precioso lugar, por cierto) y, por fin, empieza el concierto.

Aunque ver a Joan Baez, la vi poco.

Me explico. Estoy acostumbrado a comprar las entradas más baratas y, gracias a la inexistencia de ascensores o lugares reservados para sillas de ruedas, ponerme en asientos de calidad. Me ha ocurrido en Zaragoza, Madrid, Londres... Pero el Palau tiene ascensor para subir hasta mi butaca (insisto, de visibilidad nula).

Durante una hora, pude escuchar la la maravillosa voz de Joan Baez. Una voz envejecida, más grave, más cálida. La mujer tiene 69 años pero sigue con fuerzas para cantar un tema a capella, mientras pasea por el escenario. Logré convencer a uno de los acomodadores para ponerme de pie un par de filas más abajo y así ver algo. El final del concierto fue muy emocionante. Gracias a la vida, Blowin' in thewind, Here's to you... El mismo final de aquella gira de 1980. Un final perfecto.

A la salida, como no podía ser de otra forma, tocaba esperar a que saliera. Rodeado de un puñado de frikis nostálgicos, y bajo la atenta mirada de mi compañera (cansada después de un día agotador), mantenía la esperanza de conseguir una fotografía.

La lluvia y el reloj me hicieron desistir, a pesar de que un miembro de su banda me había asegurado que la cantante iba a salir por la puerta donde estaba apostado. Pero el azar se puso de mi lado: la cooperativa de taxis adaptados estaba cerrada. Y justo cuando, resignados, íbamos a volver a casa a pie, encontramos un taxista que prometió venir a buscarnos al cabo de media hora.

¿Y qué mejor forma de esperar que en la salida de artistas del Palau?

Al volver, los frikis se arremolinaban ante Joan Baez. Muy sonriente, repetía Thank you a cada minuto. Estrechó manos, dio abrazos y posó para las fotografías.

Raul Baez

Ya podía dormir tranquilo.

Por cierto, si alguien quiere escuchar algo de ella, aquí puede hacerlo.

26 febrero 2010

Un profeta, agradable excepción

Estamos acostumbrados a ver un cine francés muy estereotipado. Quizá sea culpa de las distribuidoras, pero aquí llegan dramas sociales, familiares, comedias y algunas películas difíciles de clasificar que se podrían englobarse en la vaga categoría de "otra película francesa": ambientación natural, predominancia del dialogo sobre la acción, temáticas "elevadas", finales desconcertantes... Pienso en François Ozon, en Claude Chabrol, en Dominik Moll, en Laurent Cantet, en André Techiné.... La herencia de la Nouvelle vague es poderosa y pesada.

Por eso se agradecen películas como Un profeta, dirigida por Jacques Audiard. Un cinta que comparte muchos rasgos con Celda 211. Ambas son extravagancias en sus panoramas nacionales; ambas se inscriben en el subgénero de "drama carcelario" sin limitarse a él; las dos priman la acción sobre los diálogos; en las dos hay escenas relativamente duras; y, gracias a su excepcionalidad, las dos han arrasado en los premios de sus respectivos países (los César aún no se han celebrado pero Un profeta parte con 13 candidaturas).

La película cuenta la meteórica ascensión de un árabe iletrado que es encarcelado por un delito menor a capo de la mafia. En este sentido se asemeja mucho -quizá demasiado- a los mejores ejemplos estadounidenses del género: Uno de los nuestros, Scarface, Una historia del Bronx y, cómo no, El Padrino (la secuencia final de Un profeta es, mutatis mutandis, calcada a la secuencia final de la obra maestra de Coppola).



La historia principal funciona como un tiro. El joven ingenuo y temeroso de convierte en un inteligente y despiadado mafioso. Su cambio es también físico: viste elegante, camina recto, habla con propiedad y su mirada es fría como el metal que usa para matar. En contraposición, su maestro y protector -líder de la mafia corsa- acaba por ser un simple viejo que se sienta en un banco del patio de la cárcel a esperar a la muerte.

El trasfondo de la película muestra la lucha entre árabes y corsos y, en última instancia, el debate entre las distintas nacionalidades de los franceses (¿cuál es la esencia de Francia? preguntó hace unos meses Nicolás Sarkozy a sus "súbditos"). Este asunto puede ser de interés para los franceses pero a mí no me ha aportado mucho (al igual que la crítica hacia los presos de ETA en Celda 211 dirá poco o nada a espectadores de otros países). Aquí es donde Un profeta flaquea. Si se hubiera ceñido a la historia, habría ganado muchos puntos (y, de paso, podría haber recortado su excesiva duración)

Un profeta está nominada al Oscar como mejor película extranjera. Dudo que lo consiga. Este es el año de Haneke.

24 febrero 2010

Mulholland Drive, el placer de las imágenes

Durante muchos años, he intentado ver una película de David Lynch. Era un tipo raro, un director que rodaba películas misteriosas, difíciles de comprender. tanto, que nunca conseguí terminar una. A los 15 minutos comprobaba que, en efecto, aquello no tenía ni pies ni cabeza (influyó también que por entonces existía un formato llamado VHS; cada vez que alguien veía la cinta en cuestión en el reproductor, ésta perdía calidad: ver algo de David Lynch con mala calidad es una odisea).

Este verano logré ver The straight story (Una historia verdadera) y me encantó. Pero claro, es una excepción en su filmografía. Animado por las buenas críticas de Cahiers du Cinéma, hoy he visto Mulholland Drive. De nuevo, he salido fascinado.

Y digo "he salido" porque cuando la película acaba realmente abandono el particular mundo de este tipo. Un hombre que quizá debería estar en un psiquiátrico o atiborrado de pastillas frente al televisor. Pero los espectadores hemos tenido suerte y le han dejado colocarse tras una cámara.

Dicen que es difícil (por no decir imposible) entender Mulholland Drive, que hubo gente que pidió que le devolvieran el dinero a la salida del cine. Para facilitar la visión de la película, el propio director escribió unas "pistas". Son innecesarias.

En puridad, Mulholland Drive cuenta la historia una inocente chica que quiere ir a Hollywood para convertirse en actriz. Como en muchos casos, su aventura resultará un fracaso. Si se quiere, ésto es lo que intenta decir el señor Lynch.

Pero si no se quiere, también se puede ver la película como si fuera un cuadro o una pieza de música instrumental. Si no hubiera buscado por internet, no podría haber escrito el párrafo anterior: pero la película me habría gustado de todas formas. Las imágenes son poderosas, la música hipnotiza y las escenas más extravagantes se asumen como algo normal a medida que pasan los minutos. Toda la película sume al espectador en un mundo tan bello y irreal que resulta hostil. y, en ocasiones, aterrador.



¿Por qué hemos de buscarle un sentido, un argumento inteligible? ¿Acaso tiene sentido un cuadro de Miró? Sí, el que el crítico de turno quera darle. ¿Y ciertas novelas de Juan Goytisolo? Lo mismo. Susan Sontag tenía razón: "Al reducir la obra de arte a su contenido para luego interpretarlo, domesticamos la obra de arte."

Quizá también, como sostiene Peter Greenaway:
“Scorsese está pasado de moda y hace las mismas películas que D.W. Griffith a principios del siglo XX. Y El Señor de los Anillos y Harry Potter no son películas, sino libros ilustrados. El cine se basa en la novela del siglo XIX. Todavía estamos ilustrando a Jane Austen, ¡qué desperdicio de tiempo! (....) Hay que acabar con una idea fosilizada: que el cine es, obligatoriamente, narrativo. Una barbaridad similar a decir que un libro sólo puede ser novela, o un cuadro sólo realista”.

En este sentido, quizá David Lynch estaría haciendo nuevo cine.


PD: Muchos sólo saben de Mulholland Drive que hay una escena lésbica entre las dos protagonistas. En efecto, está muy bien hecha y cumple su objetivo. Pero es lo de menos.

19 febrero 2010

25 kilates de buen cine negro

En España se hace poco cine negro, y el que se hace no siempre se hace bien. Entre comedias, recuerdos y ficciones de la Guerra Civil y eso que llaman Transición, dramas sociales y amores malditos, hay poco espacio para los mafiosos, las pistolas y los diálogos afilados.

Algunos directores sí han logrado llevar el (segundo) género estadounidense por antonomasia a ambientes de Madrid, Bilbao o Marbella. Gente como Enrique Urbizu, Daniel Calpasoro o Imanol Uribe (el Imanol Uribe de Días contados, se entiende). Pocos más.


Por eso se agradece 25 kilates, la opera prima del guionista Patxi Amezcua. Un tipo inteligente que ha sabido dibujar una trama de policías corruptos, timadores de poca monta y sicarios a sueldo sin caer en estereotipos baratos, violencia gratuita, tacos ni sexo.

Los protagonistas son un treintañero que se define como "un cobrador el frac pero sin frac" y una joven que se dedica a robar coches con un curioso método y que hará todo lo que pueda para salvar a su padre de las balas de los policías.



Como en buena parte del cine negro, los malos son mejores personas que los que defienden la ley. Pero el director tiene el acierto de no convertirlos en héroes maniqueos. Son tipos que les ha tocado vivir en el lado salvaje de la vida: no alardean de ello pero tampoco se quejan, no se compadecen de sí mismos ni intentar salir de ese mundo y buscar un trabajo de 9 a 5.

Lo desconcertante (o no tanto) es que esta película haya pasado desapercibida. Quizá el boom de Celda 211 ha oscurecido su valía. De haberse estrenado el año pasado, quizá la hubieran visto más espectadores.

Cosas que pasan

14 febrero 2010

Mis favoritos para los Goya

Pues esta noche es, ejem, la gran noche del cine. Yo intentaré ver la gala vía online. Más que gana por disfrutar de Buenafuente. De todas formas, espero que ganen los siguientes (ya sé que esto no interesa a nadie más que al que rellena la quiniela, pero es divertido):

  • Mejor película: Celda 211
  • Mejor director: Daniel Monzón, por Celda 211
  • Mejor actor: Luis Tosar, por Celda 211
  • Mejor actriz: Penélope Cruz, por Los abrazos rotos
  • Mejor actor de reparto: Raúl Arévalo, por Gordos
  • Mejor actriz de reparto: Verónica Sánchez, por Gordos
  • Mejor actor revelación: Gorka Otxoa, por Pagafantas (como se lo den al de Yo también, me cabrearé mucho)
  • Mejor actriz revelación: Leticia Herrero, por Gordos
  • Mejor guión original: Daniel Sánchez Arévalo, por Gordos
  • Mejor guión adaptado: Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarria, por Celda 211
  • Mejor dirección novel: Borja Cobeaga, por Pagafantas
  • Mejor película hispanoamericana: El secreto de sus ojos (creo que sólo debería competir en esta categoría; ¿acaso no es argentina?)

12 febrero 2010

El discreto encanto de Luis Buñuel

Una de mis malas costumbres es descubrir mediterráneos. Por norma digo que no a cualquier sugerencia cultural, a cualquier propuesta de actividad novedosa, a cualquier cambio. Un tipo de costumbres, vamos. Luego el azar me lleva a escuchar ese grupo del que me hablaron, a leer ese libro que desprecié, a subir a ese caballo que tanto miedo me daba. Y, claro, me gusta. Pero, uno que es maniático, debe descubrirlo por mí mismo.

Mi penúltimo hallazgo ha sido Luis Buñuel, un cineasta por el que siempre he sentido un profundo rechazo. Por clásico, por surrealista y por aragonés.

Los clásicos me dan pereza -como a la mayoría, supongo- pero luego me fascinan. El surrealismo me interesó en mis años de estudiante , y terminé por despreciarlo, como he hecho con todas las vanguardias y corrientes artísticas (culpa en parte del sistema educativo, que transmite la idea de que la historia avanza a mejor y, por tanto, toda expresión cultural pasada es simplista y parte de bases erróneas). Del trío Dalí-Lorca-Buñuel, éste último era el que menos me interesaba, los otros eran más "vistosos": hoy me sucede lo contrario.

Por último, siempre he minusvalorado lo cercano: lo aragonés o español (¿será ésta una característica extendida por estos lares?). Por tanto, cuando tuve la oportunidad de asistir a las clases de Agustín Sánchez Vidal, el mayor experto en Buñuel, la tiré por la borda. Me dormía en una de sus clases y pensaba que era otro profesorzuelo que eligió a Buñuel por su origen, como tantos otros que se dedican a estudiar lo local como única forma de medrar en una universidad ya de por sí paleta. Por supuesto, me equivocaba.

Así que, después de ver 4 películas y leer sus memorias, entono un mea culpa y proclamo que es uno de mis directores favoritos. ¿Un genio? Bueno, no nos pongamos tan solemnes.



Ayer vi El discreto encanto de la burguesía y aún sigo asombrado. El argumento es simple, casi pueril; una de esas historias que inventamos en la soledad del insomnio o contamos a un amigo con la quinta cerveza en la mano. Un grupo de personas de mediana edad y de clase alta (el concepto burguesía no debe de ser el mismo en Francia que aquí) intentan comer y cenar juntos sin lograrlo; por una u otra razón -a cada cual más disparatada- deben levantarse de la mesa antes de haber llegado al segundo plato. Y Buñuel utiliza esta historia para dar rienda suelta a todas sus obsesiones, filias y fobias; para atacar a la Iglesia y hablar de la corrupción política; para contar anécdotas sucedidas en la realidad y para narrar extraños sueños.

Embajadores que trafican con cocaína, terroristas de pacotilla, coroneles acomodados, repúblicas bananeras, brutalidad policial, venganzas con décadas de retraso, mansiones habitadas por snobs, mujeres que se emborrachan a la primera copa, infidelidades, violencia sexual, vacío existencial... Todo esto aparece en la película. y, aunque parezca increíble, lo hace con fluidez, sin estridencias.


Uno de los aspectos más curiosos es el modo en que Buñuel introduce la corrupción política sorteando la censura. Cuando los personajes hablan de tráfico de drogas o un ministro obliga a un policía a saltarse la ley vemos sus bocas moverse, pero las palabras quedan sepultadas por el ruido de un avión o el tableteo de una máquina de escribir. (Aun así, los censores franquistas suprimieron una escena).

La imagen final, repetida varias veces a lo largo de la película, muestra a los 5 personajes -trajeados, seguros de sí mismos- caminando por una carretera vacía. ¿Hacia dónde? Hacia ningún sitio: sus vidas son vacías, sin sentido.

Lo dicho. Habrá que seguir la trayectoria de este tal Buñuel, de quien tanto se habla.

11 febrero 2010

The road: mejor la novela

Hace 3 años escribí un post sobre The Road. En él decía que era la mejor novela del siglo XXI. Hoy sigo pensando lo mismo. Es un libro poderoso, aterrador; la mejor obra de Cormac McCarthy. Recuerdo que tenía que detener la lectura cada pocas páginas; así de intensa es.

La película es bien diferente.

Para empezar, no me creo a ninguno de los protagonistas. Viggo Mortensen hace un esfuerzo físico tremendo, pero le falta algo: espiritualidad, quizás. El niño no da el pego, así de sencillo.

La fotografía está a cargo de Javier Aguirresarobe, un maestro en lo suyo. Aquí falla como una escopeta de feria. Pretende engrisecer toda la película, y lo consigue. Pero se pasa de frenada y por momentos todo parece demasiado irreal.


Si hay algo que no soporto es un cámara "nerviosa". The road -la novela- está contada desde la distancia, casi la indiferencia. Los hechos duelen porque son salvajes, porque la ley de la selva es cruel. No es necesario acercar la cámara, ni moverla de un lado a otro.



En cuanto a la historia en sí, me falta frío, hambre, nieve, sangre y canibalismo. Y echo en falta la tristeza infinita con la que salí del libro. Tiene su lógica. Cormac McCarthy puede escribir "asaban a un bebé", pero pocos espectadores soportarían la imagen de un crío de 5 meses ensartado como un pollo a l'ast mientras alguien lo hace girar encima de un fuego.

Pero quizá escribo todo esto porque el proyector el cine ha fallado, porque mi butaca estaba mal situada y porque hablaban en español y no en el idioma original. Quien pueda, que lea el libro. No se arrepentirá. Quien no quiera sufrir demasiado, que vea la película. En el fondo, merece la pena.

09 febrero 2010

Cuatro se va al carajo

Muchos predijeron que Cuatro se iba a deslizar por la viscosa pendiente del espectáculo, el morbo y la ficción informativa (también llamado infotainment) tras su venta a Mediaset, propiedad de Berlusconi. Uno de los que lo supo ver fue Iñaki Gabilondo, presentador estrella de la cadena. Su estilo y sus opniniones no iban a ser bien recibidas. Así que dijo "Ahí os quedáis" y se marchó a casa del vecino, a CNN+ (y de paso se llevó a Silvia Intxaurrondo).

Ayer se estrenó y, a la vista de los comentarios en Twitter, tuvo muy buena acogida. Yo, que hace mucho que no me siento delante del televisor -excepto comidas y cenas, y por obligación familiar- intenté verlo en Play Cuatro, la web para ver contenidos en directo.

Fue imposible.

Hay gente que todavía no sabe que existe navegadores más allá del Explorer (una lacra que hace que muchos usuarios identifiquen el simbolito azulado con la Red). Por lo visto los diseñadores de Play Cuatro forman parte de este grupo. Probé en mi navegador usual, Safari, y nada; lo intenté con Firefox y tampoco.

Viendo que iba a ser imposible, escribía en su buzón de consultas: ¿Van a permitir ver sus contenidos en otro navegador que no sea Explorer?". Hoy me han contestado (son rápidos) y éste es el correo que he recibido:

Hola,

Si habres la web de cuatro con otro explorador, cuando pinches en playcuatro se abrirá con el explorador con el que has abierto la web.

Saludos,

Cuatro Multimedia

Una frase ininteligible con una falta de ortografía de las que hacen daño a la vista. ¡Bravo!

Por cierto, mientras Gabilondo y compañía analizaban la crisis económica y la gestión del actual gobierno, Cuatro emitía un "atrevido programa" llamado After hours mostraba a los espectadores la boda, ejem, entre dos perros -macho y hembra- propiedad de Beatriz de Borbón. Con testigos y todo.

Muchas gracias, Silvio.

02 febrero 2010

¿Por qué hay tanta corrupción en España? por Víctor Lapuente

Las causas de la corrupción no hay que buscarlas en una "mala cultura" o en una regulación insuficiente, sino en la politización de las instituciones públicas. Las administraciones más proclives a la corrupción son aquéllas con un mayor número de empleados públicos que deben su cargo a un nombramiento político. Y aquí, el contraste entre España y los países europeos con niveles bajos de corrupción es significativo. En una ciudad europea de 100.000 a 500.000 habitantes puede haber, incluyendo al alcalde, dos o tres personas cuyo sueldo depende de que el partido X gane las elecciones. En España, el partido que controla un gobierno local puede nombrar multitud de altos cargos y asesores, y, a la vez, tejer una red de agencias y fundaciones con plena discreción en política de personal. En total, en una ciudad media española puede haber cientos de personas cuyos salarios dependen de que el partido X gane las elecciones.

Esto genera diversos incentivos perversos para la corrupción. Los empleados públicos con un horizonte laboral limitado por la incertidumbre de las próximas elecciones son más propensos a aceptar o a solicitar sobornos a cambio de tratos de favor que los empleados públicos con un contrato estable. En segundo lugar, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría del mundo occidental, donde los políticos locales están forzados a tomar decisiones junto a funcionarios que estarían dispuestos a denunciar cualquier sospecha de trato de favor, en España toda la cadena de decisión de una política pública está en manos de personas que comparten un objetivo común: ganar las elecciones. Esto hace que se toleren con más facilidad los comportamientos ilícitos, y que, al haber mucho más en juego en las elecciones, las tentaciones para otorgar tratos de favor a cambio de financiación ilegal para el partido sean también más elevadas.

El País 02-02-2010

01 febrero 2010

¡Glorificado sea el dolor!

No quise verla cuando la estrenaron en cines y me he encontrado con ella por casualidad. A priori, Camino no me interesa lo mas mínimo. Las películas que "tratan temas" corren el peligro de deslizarse hacia el dogmatismo, la falsificación de datos y el maniqueísmo. Es el caso de ciertas películas de Ken loach, de Costa Gavras o Fernando León.

Esto no ocurre en Camino.

Javier Fesser -autor de El milagro de P.Tinto, una de las mejores comedias españolas de los últimos tiempos- no ha escrito una película sobre el Opus Dei, sino sobre la gestión del dolor y la muerte.

Camino es una niña preciosa y vital que sufre cáncer. No tiene ninguna posibilidad de vivir. En este sentido, no puede acusarse a los padres o a la Obra de matarla. De lo que sí se les debe acusar es de no ahorrarle sufrimiento, de regocijarse con su dolor y de impedirle disfrutar de sus últimos meses de vida. En esta entrevista, Fesser aporta más datos sobre esta tortura.



En ciertas escenas es imposible no odiar a la fanática madre -será difícil ver a Carmen Elías en otro papel- o sublevarse por las venenosas palabras de quienes la asesoran. Pero el director va más allá y crea personajes admirables, como el padre -que, después de presenciar la destrucción de su familia sin hacer nada por evitarlo, en el último momento comienza a rebelarse contra su esposa- o la amiga.

Ye-, la hermana, es la única nota de esperanza en la película. Una chica que cambió la vida real por las paredes de una casa del Opus Dei. Gracias a ella somos testigo del perverso funcionamiento de estas cárceles. Alienación, desprendimiento de la familia de sangre, secretismo, pasillos vacíos, cuartos austeros, silencio absoluto, obediencia, sumisión al hombre. Al final, el espectador se queda con la impresión de que la chica saldrá algún día de la secta. Ya ha dado los primeros pasos: tocar la guitarra de su adolescencia y fijarse en un bonito vestido.

En este sentido, Camino sirve para mostrar la dinámica del Opus Dei, unos comportamientos cuyos miembros se empeñan en ocultar. Si tanta vergüenza les da decir quienes son y cómo viven, por algo será.

Pero, por encima de todo, es una muy buena película.

29 enero 2010

Sin pies ni cabeza

Teniente corrupto, el remake dirigido por Werner Herzog, es una de las peores películas que he visto en los últimos meses. Se supone que es una revisión muy libre de otra llamada igual y dirigida por Abel Ferrara. No he visto la original, pero estoy seguro de que es muy superior.

En ésta un policía -interpretado por un Nicolas Cage más patético e incongruente que nunca- trata de revolver varios asesinatos cometido por un narcotraficante. Para conseguirlo, miente, roba, intimida y tortura. Mientras, trafica con todo tipo de drogas -le duele la espalda y, al parecer, el Vicodin o es suficiente-, extorsiona a jugadores de fútbol americano, engaña a jóvenes que disfrutan del sábado por la noche -y consigue sexo gratis de paso- defiende a su novia a golpes -una prostituta adicta a la cocaína- se enfrenta con su padre y con la novia de éste y pierde 15 mil dólares en apuestas deportivas.

¿Qué tiene que ver todo esto con el argumento de la película? Nada.




Dos escenas definen muy bien la sinrazón de la película. en una vemos trabajar a los policías a través de los ojos de una iguana que, nadie sabe cómo, ha ido a parar a un piso franco de la comisaría. En otra, un gángster dispara al cadáver de otro para que su espíritu, ejem, deje de bailar.

La mayor decepción llega al final. como s se tratara de una mala sitcom, en 2 minutos diversos personajes se acercan al protagonista y le dicen que todos los problemas -el crimen, las apestas, las amenazas- están solucionados.

Casi dos horas de aburrimiento para terminar así.

Al parecer, Herzog es famoso por sus excentricidades -grabó un vídeo en el que se comía su propio zapato- y ataques de ira -estuvo a punto de matar a Klaus Kinski, su actor fetiche. Pero un buen director debe hacer buenas películas. Y ésta no lo es. Me pregunto cómo serán las demás.

Derecho a la pereza, por Moeh Atitar de la Fuente,

Irónicamente, hoy, un gobierno del PSOE, ha decidido retrasar dos años ese derecho a la pereza que tiene uno después de haberse pasado más de media vida trabajando. Paga, además, el trabajador: con dos años más cotizando, las arcas del Estado se ahorran dos años de pensiones, y además son dos años más por los que un trabajador cotiza, alimentando más tiempo dichas arcas. Con suerte, en esos dos años de trabajo extra, el susodicho llega ya tan fastidiado a la jubilación que se nos muere un poco antes. El Estado conseguiría en ese caso ahorrarse más dinero aún.

Más ironía: el mismo PSOE que defendió las pre jubilaciones en RTVE, mandando a casa a profesionales de larga experiencia que habían cumplido alrededor de los 50 años, contrató a un director del ente octogenario, para ahora subir dos años más la edad para alcanzar la jubilación.
Guerra y Paz, 29-01-2010

28 enero 2010

Salinger el oculto ha muerto

Hace casi 3 años escribí un post sobre los llamados escritores de culto que terminaba:
Sin embargo, muchas veces los lectores nos acercamos a su obra más por curiosidad que por verdadero interés literario. Si Pynchon saliese de cuando en cuando en la televisión, si Salinger permitiese un reportaje en su granja, ¿serían tan venerados? Lo dudo.

Si bien al principio seguro que se recluyeron por motivos perfectamente razonables, ahora mantienen su anonimato a capa y espada por pura estrategia: sin él sólo serían unos escritores más, en igualdad de condiciones con el resto.
Pues eso. Y El guardián entre el centeno no es más que una novelita para adolescentes con pájaros en la cabeza.

27 enero 2010

El séptimo sello y don Quijote

Siempre ocurre con los clásicos. Los presentan como insignes artistas cuya obra es sólo accesible a unos pocos. Películas y libros de obligado cumplimiento, pero de difícil comprensión. Puro elitismo en muchos casos.

Ayer me atreví a ver una película de Ingmar Bergman, El séptimo sello. Había sido durante años el símbolo del cine de calidad, del arte críptico, el maestro sueco en es esplendor. Una película realizada en banco y negro (cuando ya era posible realizarla en color) que trata de una partida de ajedrez entre un caballero medieval y la muerte. Uff.

En efecto, los 5 primeros minutos son densos. Playas desiertas, música religiosa, la muerte, la partida definitiva... Todo ese aura de intelectualidad metafísica se diluye en el preciso momento en que el escudero comienza a cantar una canción en favor de la vida terrenal. Desde entonces, la película se convierte en una feroz sátira contra la fe mal entendida y el fanatismo. Al final todos vamos a morir, pero lo importante es cómo vivimos.




A lo largo de 90 minutos hay escenas de humor negro ("¿Vais a quemar de noche a la bruja? Sí, pagan doble"), de humor machista, de farsa... Por momentos recuerda al Quijote y por momentos a Hamlet (en el buen sentido del recuerdo). La risa no está reñida con la calidad.

Pero claro, si los críticos no hubieran escrito sobre ella todo lo que han escrito, ¿estaría igual considerada?

26 enero 2010

Metamorfosis

Este 2010 va a ser un año de transición. Lo tengo bastante claro.

Cada cierto tiempo necesito cambiar de hobbies, de vicios, de ocupación. Durante unos año mi vida giró en torno a la literatura. Desde el verano de 2007 he vivido pendiente de la actualidad. Ahora sólo me interesa el cine.

Con un poco de suerte, es un decir, lograré escribir una película antes de fin de año. Con mucha suerte, quizá le interese a alguien y me pague por ella.

Mientras, pienso dedicar todo mi tiempo a ver películas, leer guiones y escribir. Eso significa que la actualidad queda relegada a un segundo plano.

La razón es simple: los políticos, sus decisiones y sus desidias me dan cada vez más asco. Son predecibles, y fariseos. Tampoco el comportamiento de la mayoría de los medios me anima.

Hasta ahora la sección más importante de este blog era la dedicada a Mundo. También Literatura era un apartado frecuente. A partir de ahora, escribiré más sobre cine.

Intentaré redactar unos párrafos de cada película que veo. Sólo por el puro placer de hablar de ellas. Quizá pierda lectores, quizá gane. Ahora mismo, es la única forma de seguir con este blog.

Sólo me surge una duda: ¿me convertiré en mariposa o en cucaracha? ¿O seguiré siendo una oruga con ínfulas? Ya se verá.

24 enero 2010

Libros que no acabé de leer, por Santiago Gamboa

Existen diferentes y muy variadas razones para no acabar un libro. Desde la muy salvaje de perderlo o que nos sea sustraído durante su lectura, como me pasó con Viaje al fin de la noche,Plataforma, de Houellebecq, porque se le quemó, ¿y cómo se puede quemar un libro? Pues sí, dormía en un balcón, el libro cayó al primer piso sobre una estufa y se convirtió en ceniza. de Céline, en una pensión de Lisboa, hasta el que dejamos de lado voluntariamente, con pleno conocimiento de causa. La razón más extraña que conozco le pasó a un viejo colega: tuvo que dejar inacabada

También puede uno dejar un libro por considerar que ya se acabó, aun cuando falten por leer cien páginas, como me pasa con frecuencia, la última vez con América, de James Ellroy. Estos libros, por lo general llenos de retruécanos, lo muestran todo en la primera mitad y el resto ya es sólo seguir y seguir, entre episodios similares y frases ingeniosas, pero sin un motivo preciso. Los hay también de extrema densidad que se resisten a ser leídos de un tirón, y entonces uno los deja por un tiempo y vuelve y avanza otro poco, y los deja de nuevo; esto me pasa con novelas como La decisión de Sofía, de William Styron, que voy leyendo hace como diez años y nunca termino, o con El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, que leo en dosis pequeñas, y sobre todo con las obras de Osvaldo Lamborghini, que son tan salvajes, duras y atroces que sólo puedo avanzar una página o página y media al mes, máximo. ¿Para qué sentir urgencia de acabarlas en los libros si, al fin y al cabo, en la vida las historias no tienen principio ni fin?, como recuerda Graham Greene al principio de El fin del romance

Tampoco es necesario acabar de leer ciertos libros. Uno lee un poco y ya se da cuenta de qué es lo que hay dentro. Como en la cocina: con un plato de sopa basta, no es necesario tomarse la olla entera para disfrutarla a fondo. Esto me pasa con las extraordinarias narraciones de Philipe Sollers, uno de mis autores favoritos del que jamás he terminado un libro. Más que una historia, lo que hay es precisamente un sabor, una temperatura especial o un estado de ánimo, y uno recurre a él para eso, para tomarse un plato. Da lo mismo leer ciento veinte o doscientas páginas, el sabor es el mismo. Igual me ocurre con Thomas Bernhard. Su dureza con la vida, su malestar al borde del cabreo con todo lo humano, contienen ese sabor áspero que por un tiempo nos hace ver el mundo con frialdad, como si se tratara de un gigantesco hormiguero. Son novelas sin historia. No es una prosa que corre en sentido horizontal y por ello no es necesario leerlas hasta el final para estar en ellas.

Releo y noto que no me he referido a los libros malos. En mi experiencia de lector hay dos tipos de libros malos: los que son, por decirlo así, intrínsecamente malos e insuficientes, y los que lo son de un modo correcto, con una estructura bien apuntalada. Hay libros malos que están muy bien escritos y éstos a la larga son los peores, pues suelen tener muchos lectores que creen que la lectura fácil es la verdadera literatura. Los editores los llaman "literatura comercial de calidad". Estos libros, más que no acabarlos, lo que se debe hacer es jamás empezarlos.

Santiago Gamboa, Babelia 23-01-2010

17 enero 2010

La cinta blanca no habla del nazismo

Dicen que la nueva película de Michael Haneke habla de los orígenes del nazismo. Falso. Dicen que deja el estómago y la mente encogidos. No es para tanto, mas dura es Funny games. Dicen que es su mejor película. Cierto.

La cinta blanca muestra la vida de un pueblo muy concreto en una fecha muy concreta. Un rincón de Alemania en 1913. En ella, Haneke, como los grandes artistas, profundiza en lo particular para hablar de lo general. Porque -no nos engañen con publicidad, por favor- lo que ocurría en ese lugar era moneda común en Europa. Y no sólo en 1913. el noble manda, el cura maneja las mentes, el médico maltrata y el maestro sobrevive.



Palizas, torturas, incesto, insultos, humillaciones, suicidio... Nada nuevo. Es cierto que los niños de la película, la crecer, serán nazis. Pero ¿y los niños franceses, españoles, ingleses?

La película es un retrato certero de los peligros de la incultura, la necedad, la opresión y el fanatismo. Michael Haneke ha sabido unir sus temas de siempre con unas bellas imágenes un montaje que sugiere en lugar de mostrar. En efecto, su mejor película.

16 enero 2010

Sherlock Holmes (para adolescentes)

Hay películas de aventuras para niños y películas de aventuras para adultos. En las primeras los personajes parecen complejos a primera vista -y así nos los quieren vender- pero son planos; la trama se enrevesa hasta que el espectador se pierde y necesita una explicación; los golpes, efectos especiales, peleas y batallas son un fin en sí mismo; los espectadores salen del cine diciendo "es entretenida" y "hay algo que no he entendido".

Las películas de aventuras para adultos son todo lo opuesto. Los personajes ganan fuerza y presencia a cada minuto; la trama es simple, pero recia, como un hilo de seda; los momentos de acción están justificados y se entiende quién pelea contra quién (y quién gana); l espectador sale del cine con la sensación de haber visto algo más que una película de aventuras.




Sherlock Holmes habla de un detective borracho, vago, sucio, mujeriego y cocainómano. A su lado tiene a un médico nada fiable y juntos deben enfrentarse a un asesino que ha vuelto de la tumba. Es una película de aventuras para niños.

UP (por ejemplo) es una película de animación en la que un entrañable anciano al que le van a quitar la casa vuela con ella (acompañado de un boy scout, un perro y un pájaro) hasta la otra punta del mundo para encontrar a su antiguo ídolo, el último gran explorador. Es una película de aventura para adultos.

Es muy difícil que me canse de ver en pantalla a dos actorazos como Robert Downey Jr. y Jude Law. Ayer lo hice.

15 enero 2010

Defensa del tabaco, por Mi Mesa cojea

Hay algo fanático y aterrador en la actitud de los guerrilleros antitabaco. Lo veo cada día en la mirada de chicos y chicas bien educados, bien instruidos por los medios de masas, por la revista de la parroquia o el panfleto comunista, por Science o AR. Chicos y chicas que miran mis manos con terror mientras lío un cigarrillo, emblema último del siglo XX. Son las manos del cáncer, leo en sus miradas, las manos de la pestilencia, del tumor, las garras de la metástasis y la ceniza.

Paul Auster carga contra este tipo de gente en Invisible, su última novela. Les llama "policías del tabaco" y los ventila en un par de párrafos con su talento habitual. En Estados Unidos, al parecer, son legión, y en España su número crece exponencialmente, como reflejo de la tendencia imperial.

Conozco a gente educada, personas en general tolerantes y respetuosas, que, sin embargo, pierden la compostura ante un fumador. La pierden en forma de mala mirada, de sutil aspaviento o, en el peor de los casos, de censura explícita. La razón para esta falta de educación siempre es la misma: que ellos no fuman.

No se trata de que el tabaco dé cáncer, no es un problema celular. Tampoco se trata de que te estés matando con una lentitud exasperante. Se trata de que el humo es molesto, de que huele mal y ese olor se impregna en la ropa, ya sabes, y luego todo a la lavadora. Se trata de que ese potencial cáncer se adhiere a sus trapitos de Zara y Pull & Bear. Se trata de que no hay quien quite esta peste del jersey. Se trata de que tu libertad, fumador, acaba donde empieza la suya. Y la suya empieza donde ellos dicen, aunque no esté escrito en ninguna ley, en ninguna norma.

Estoy a favor de la ley antitabaco. Me parece bien que se prohíba fumar en el interior de todos los locales, fundamentalmente por los niños. Lo que me asquea es que esa ley haya sido dogmáticamente asumida por ciertas personas que se han erigido en guardianes de la moralidad del pulmón blanco, fanáticos del aire limpio. Inmaculadas del humo y beatos del oxígeno puro.

El tabaco, por supuesto, es una industria. Es un poderosísimo lobby que, sin embargo, parece tener los días contados. Pero el tabaco mata sin declarar guerras, sin esclavizar países, sin regalar balas a niños. El tabaco mata sin querer matar. El tabaco es un invento obsoleto en esta era ultracapitalista liberal, un objeto estúpido que se carga a sus consumidores, un producto que atenta contra la más fundamental base del mercado: deja que el comprador siga comprando.

Pero el tabaco es tan grande, tan sublime precisamente porque mata. Porque da tos, porque da humo, porque vuelve los bares brumosos y a las personas justamente borrosas. Porque es Casablanca y cine negro, porque es literatura y tertulia, porque es romanticismo y travesura adolescente. El tabaco, batalla perdida, es ya nostalgia de cuando se fumaba.

Los fumadores somos los malos en el primer acto de la película del cáncer, como los gays lo fueron en el primer acto de la película del SIDA. Ni Elvis, ni Guerra Fría, ni ordenadores. El gran símbolo del siglo XX será el cigarro. El pitillo se convertirá en un icono a la altura del Che. Los críos lo llevarán en las camisetas, habrá chapas que lo recuerden y webs que lo homenajeen. Y cuando ya nadie fume, fumar será leyenda. Y los fumadores muertos, sus héroes caídos.

Mi Mesa Cojea, 15-01-2010

12 enero 2010

Desde el banquillo de los acusados, por Joan Mari Torrealdai, presidente del Consejo de Administración de Egunkaria

El tsunami inquisitorial del segundo Gobierno Aznar, con la doctrina Bush recién estrenada tras la resaca que siguió a la destrucción de las torres gemelas, me pilló con 60 años. De ellos, 40 los he dedicado a una actividad de notoria proyección pública, básicamente investigación cultural y labor editorial, con más de una docena de libros y cientos de artículos publicados, unido a una treintena de años como director de una revista cultural, de pensamiento y de ensayo, denominada Jakin (Saber, en euskera).

En ello estábamos cuando la Guardia Civil llegó a nuestras casas antes de la hora del lechero, a la 01.30 de la madrugada del 20 de febrero de 2003. En la mía rompieron a porrazos la puerta, apuntaron con armas de fuego a toda la familia, incluidos hijos menores, y me incomunicaron. Acto seguido se me mostró un papel según el cual, y por mi condición de presidente del consejo de administración del periódico diario Euskaldunon Egunkaria, resultaba acusado de “pertenencia o colaboración con banda armada”.

Así me enteré de que yo era, al parecer, de ETA. Me convirtieron en un hombre de armas, de la noche a la mañana.
Público 12-01-2010

10 enero 2010

La lengua de Hitler (y de Goethe)

Recupero aquí un post escrito en 2007. Porque me apetece. Porque llevo días escuchando canciones en alemán y quiero que otros disfruten de ellas.

Camino de su muerte en un campo de concentración, un personaje de Vida y destino piensa, “La lengua de Goethe sonaba horrible en medio de la noche en las estaciones rusas”.

Durante varios años estudié alemán, un idioma que adoro. Para mí es mucho más interesante que el inglés y, aquí viene las discusiones, suena mejor que el inmerecidamente afamado francés. Es más interesante que la lingua franca actual por el sencillo motivo de que el alemán es un idioma más complejo en su sintaxis y preciso en su léxico; si bien cuesta más aprenderlo, la satisfacción al pronunciar una frase o leer un texto es mayor que hacerlo en inglés.

La razón de que a mí me suene mejor que el francés es una simple cuestión de gustos (o de genes). Hay una teoría que viene a decir que, en temas de idiomas, hay gente “del sur” y gente “del norte” (seguramente existirán términos más científicos). Es decir, que hay quienes prefieren el francés, italiano o catalán (y tienen facilidad para aprenderlos), y quienes se decantan por el inglés y el alemán (y a veces el ruso). Esto es muy fácil de comprobar en cualquier escuela de idiomas. Yo soy “del norte”.

Existe la impresión de que el alemán es un idioma feo y rudo. Los comentarios usuales son del tipo “parece que están insultando”, “las palabras son como gritos y órdenes”. Siempre he pensado que la culpa de esta impresión, para mí errónea, la tiene el nazismo (y, en menor medida, Hollywood). A un nivel superficial, la asociación “alemán” y “Hitler” es inmediata; pocos piensan que es la lengua de Goethe, de Günter Grass, de Wagner o Beethoven. La secuencia ilógica es: el alemán era la lengua que hablaban los nazis; los nazis insultaban y daban órdenes; el alemán sirve, primordialmente para insultar y dar órdenes; y a eso suena.

Por supuesto, pocas personas han escuchado hablar a un nazi de verdad, si acaso algún breve fragmento de un discurso de Hitler. La mayoría escuchamos hablar alemán por primera vez en una película sobre la II Guerra Mundial producida en Estados Unidos. Así, parte de la culpa de este germanofobia debe recaer en Hollywood.

En 1939 había dos países fascistas, pero nadie recuerda a Italia, y el italiano es un idioma “musical”. ¿La razón? El menor número de películas en que los “malos” eran los italianos (incluso en una película sobre el fascimo en Italia, La vida es bella, los “malos” siguen siendo los alemanes).

Invito aquí a escuchar varios vídeos en alemán. El primero es un fragmento de El triunfo de la voluntad, la película en la que que Leni Riefenstahl glorifica al partido nazi.



El segundo vídeo lleva por título Wozu sind Kriege da; en español, “Para qué sirven las guerras” (da una idea de su mensaje).



Los mismos que quisieron glorificar a Alemania destruyeron la reputación de su lengua.

09 enero 2010

Entre dos aguas

1.-

Parece que hoy día todo el mundo tiene las ideas muy claras respecto a las descargas, los derechos de autor, las medidas del gobierno y todo eso que se ha agrupado en twitter bajo la etiqueta de #manifiesto. O eres un pirata, un tipo que maneja el ratón como si fuera un revólver y roba el trabajo de otros, o eres un reaccionario apegado a tu dinero que pretende vivir de rentas por los siglos de los siglos. No hay término medio. Y, sin embargo, al igual que otros, yo me encuentro en él.

Como todo joven español con acceso a Internet, he descargado contenidos protegidos por derechos de autor. Muchos. He bajado música y películas de Kazaa, de eMule, de Soulseek, de Megaupload y de Rapidshare. Tengo un disco duro lleno de películas por las que no he pagado, de discos por los que no he soltado un euro y en breve, espero tener una carpeta llamada e-books con libros por los que no pasaré por caja. No me arrepiento.

Por otro lado, como casi todo el mundo, trabajo por dinero. Actualmente ejerzo de periodista en una televisión autonómica, pero he escrito una novela y, de aquí a un tiempo, espero poder rodar una película. Cuando lo haga, habré pasado muchos meses trabajando en ella. Y, por mucho que me guste compartir y regalar, no me haría ninguna gracia que la gente se la descargara en lugar de ir a verla al cine.

Llamadme egoísta, antiguo, avaro. No me doy por aludido. Si acaso, puedo ser contradictorio. O, en palabras duras, hipócrita.

Pero creo sinceramente que la mayoría de los que firmamos el manifiesto lo somos.


2.-

Primero vinieron a por los enlaces, y yo no dije nada, porque no enlazaba. Así comienza una variación del famoso poema. El gobierno español, precedido por otros y, seguro, seguido por muchos más, está a punto de deslizarse por una peligrosa colina. La que va de la protección de derechos de autor a la censura. Por algo la imagen de China bloqueando Internet a los activistas nos viene a todos a la cabeza.

Este gobierno se ha equivocado en la forma y en el fondo. De la primera ya hablé hace un tiempo. Hay quien no aprende. Respecto al fondo, no podría estar más errado.

¿Será por la edad? ¿Por la brecha generacional? ¿Por el miedo a perder el control? ¿Por el pánico a una hipotética e improbable revolución a la iraní (pero vean cómo ha terminado, si es que alguna vez comenzó)?

¿Por pura incompetencia?

No importa. Se equivocan de estrategia, de táctica y de método. La solución no es cerrar webs. Ni amenazar con hacerlo. Ni tratar de delincuentes a los ciudadanos.

La solución es mucho más creativa que todo eso. Pero por algo han sido elegidos. Para dar respuesta a los problemas. Y, a ser posible, que sea proporcionada y adecuada.

3.-
Quizá ningún miembro del gobierno utilice Spotify. Es posible que ninguno de sus cientos de asesores conozcan su existencia. Improbable, pero posible. ¿Tampoco los presidentes de comunidades? ¿ Y los alcaldes? No sólo los de las grandes ciudades, también los jóvenes de los pueblos. Quiero creer que alguien con poder en España sabe que existe un programa inventado por un par de suecos que permite escuchan miles de canciones sin pagar un euro y sin violar derechos de autor.

Si no es así, deberían mirárselo.

Spotify puede ser la solución. Así de sencillo. Una plataforma de contenidos con diferentes tipos de cuenta. Si no quieres pagar, escuchas publicidad. Si no quieres publicidad, pagas.

¿Cuánto estaría una persona dispuesta a pagar por tener acceso a toda la música y películas que se pueda imaginar? Yo recuerdo que me gastaba una pasta en el videoclub (cuando todavía eran almacenes y no escaparates). Cada mes me dejo unos 150 euros en las librerías de mi ciudad. Y tengo una colección de unos 1000 CD's originales. Sumen.

Hoy un libro cuesta 18 euros de media, parecido sucede con los discos. EL cine, cada día más caro, ronda en Zaragoza a los 7 euros.

¿Cuánto pagaría yo por tener acceso a esta cultura in moverme de mi silla? Veamos, así a bote pronto. Por un libro, menos de 6 euros; por una película, quizá 3; por un disco 5.

Al mes, leo 8 libros, veo una decena de películas y puedo comprar un máximo de 5 CD's.

Suman un total de 48 euros para la plataforma de libros, 30 para la de películas y 25 para la música.

Pero el error sería cobrar por cada artículo consumido. La solución está en el buffet libre. Pagas por tener la posibilidad de consumir todo lo que quieras. Un mes te pasarás, otro no llegarás. Y al final, entre todos equilibramos las cuentas.

La suscripción a Spotify cuesta 9'95€ al mes. Hagan números.