30 septiembre 2008

El fin del mundo se acerca. O no

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Esta era la portada del Huffington Post a media tarde de ayer, hora española. No puede ser más simbólica. Una tormenta acecha a la Casa Blanca. Las nubes, negrísimas, amenazan con dejar caer con fuerza su contenido de un momento a otro. En la mansión está el presidente George Bush, a la espera que que alguien le deje un paraguas.

Nadie lo ha hecho. Ni siquiera sus compañeros de partido le han echado un cable. 133 republicanos ha votado en contra de la propuesta de su líder de partido. ¿Cómo se entiende que aquellos que votaron sin dudarlo a favor de la invasión de Irak o de la tenencia de armas hoy se hayan rebelado contra su presidente? Se llama mandato imperativo. Los congresistas representan a los ciudadanos que les votaron, no a su partido. Se deben a sus distritos, a sus estados; no a una difusa y cambiante línea del partido.

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Pequeño inciso. Esta votación, en nuestro país, hubiera estado clara desde el principio. Aquí los parlamentarios (siempre hay honrosas excepciones, como Pilar del Castillo en la votación de la ley de matrimonios homosexuales; su osadía fue multada) votan en consonancia con lo que el aparato del partido ha decidido previamente. La constitución española prohibió el mandato imperativo, y así nos va.

Después de la votación, en la rueda de prensa que ofreció e la chimenea de su casa junto al presidente de Ucrania, el presidente Bush decía que está decepcionado con el resultado y que buscará una nueva estrategia para seguir adelante. Lo decía confiado, como si el rechazo del Congreso fura un pequeño contratiempo. Pero muchos se preguntan, ¿Y ahora, qué?

Sin profundizar demasiado, Bush tiene 3 opciones: presentar la medida tal cual está de nuevo al Congreso, modificarla y volverla a presentar o no hablar de los 700 mil millones de dólares en lo que queda de mandato. La primera posibilidad es tan estúpida que ni si quiera a él se le ocurriría ponerla en práctica; la segunda podría demostrar que es cobarde, además de tozudo (¿tan poco aprecio tenías al plan que a las primeras de cambio te apresuras a darle la vuelta? ¿y encima quieres que le demos el visto bueno?); la tercera vía es la más arriesgada y, al mismo tiempo, quizá la más acertada.

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Durante estos años -se ha dicho esto tantas veces que cansa sólo escribirlo- los bancos y las bolsas se han enriquecido a cosa de las hipotecas basura. Lo ha definido muy bien José María Izquierdo:
Sufrimos los efectos de los actos de rapiña de una pandilla de sinvergüenzas y rufianes que han llevado a sus empresas a la ruina y han puesto en jaque a todo el sistema financiero mundial mientras se embolsaban más y más millones de dólares con ejercicios tan delictivos como multiplicar los papelillos de hipotecas imposibles -papel del Monopoly- y venderlas por todo el mundo. Es lo más parecido a un delito reconocible por todos: hacer billetes falsos e intentar pasarlos como buenos en casinos y prostíbulos.
Ahora pretenden que sea el gobierno quienes los salven de la ruina. El tan denostado, el maligno y peligroso estado de bienestar, debe salir en su ayuda. También se ha dicho, pero merece la pena recordarlo que algunos siempre buscan “la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas”. Pues parece que no va a ser así.

Curiosamente, porque algunos republicanos tienen bastante claros cuáles son sus principios políticos. Se han pasado media vida alabando al mercado, a la mano invisible y a la bendita madre de Adam Smith; no van a traicionar ahora esas creencias por una crisis de nada (que, por otra parte, a ellos poco les va a afectar mucho). Han votado según su conciencia: les honra.

Otros políticos europeos, en cambio, sí piden una intervención estatal. Son los mismos liberales que mismos hace 10 años dijeron a Corea del Sur que no se le ocurriese ayudar a sus bancos y empresas al borde de la bancarrota. Los mismos que apuestan por que las empresas marquen los salarios, los contratos y los despidos; el gobierno no debe meter las naries en todo. Los mismos que mañana querrán privatizar la educación o la sanidad, porque así serán más eficientes...

Algunos llaman a este cambio de aires “pragmatismo”. Pero es pura hipocresía.

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Una pequeña reflexión final. Tras la caída del comunismo, se pensó que el mundo había llegado a su última y feliz etapa, al vivieron felices para siempre; Fukuyama lo denominó el fin de la Historia. Nicolás Sartorius lo explicaba así a finales de 2001:
El triunfo del capitalismo es total y definitivo -se afirma-, como si el fin del comunismo y de la Unión Soviética hubiese supuesto la superación de todas las quiebras o contradicciones que padece la humanidad. Las crecientes desigualdades en el reparto de las riquezas, la degradación paulatina del medio ambiente, la insoportable discriminación de las mujeres, la explotación de la infancia, las matanzas que originan las viejas y las nuevas guerras y enfermedades, habrían desaparecido del mapa. Incluso el éxito de la nueva economía -Internet, etcétera- convertía en obsoletas las teorías sobre los ciclos económicos, pues los aumentos continuos de productividad, que las nuevas tecnologías proporcionaban, garantizaban un crecimiento sostenido, al resguardo de los vaivenes de las recesiones de otros tiempos.
Parece que estaban equivocados... A ver si resulta que el capitalismo no es perfecto.

Han pasado 150 años desde la última vez que alguien se propuso inventar un sistema económico más justo. Quizá sea el momento de un nuevo Karl Marx.

29 septiembre 2008

Imagen y palabra

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Esta era la imagen de portada del Huffinton Post a media tarde. Una tormenta acecha a la Casa Blanca. Las nubes oscuras no prometen nada bueno. Nosotros lo vemos, pero en su interior quizá no se percaten de la que se avecina. El edificio permanece inmutable, sin mostrar inquietud ni nerviosismo.

A estas horas, la imagen es muy diferente. La tormenta ya ha estallado. El inquilino ha salido a pasear y se está mojando. Todos nos estamos mojando. Ha pedido un paraguas y se lo han denegado. Quizá fuera un abuso pedir un paraguas. Pero está claro que no todos tenemos que sufrir el chaparrón.

25 septiembre 2008

Cartografía del miedo

Uno puede pensar que es imposible escribir hoy día un libro que atemorice al lector, una novela de terror verdadero. Que la ficción tipo Stephen King -con vampiros y monstruos- ya no asusta a nadie y que el género de terror ha quedado relegado a unas pocas películas. Isaac Rosa viene a romper esta creencia con su última novela, El país del miedo.

El escritor sevillano deslumbró a la crítica con su soberbia reescritura de la lucha antifranquista en El vano ayer y demostró que los libros -en particular los propios- deben ser revisados y sometidos a una severa crítica, como la que él mismo hizo de su primera novela, La malamemoria. Ahora da un giro de timón en la forma para ahondar en el fondo y llegar quizás a un mayor número de lectores. Su última novela es más lineal y, en apariencia, más sencilla de leer. Pero sólo en apariencia.

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El punto de partida es el acoso escolar que sufre el hijo de un matrimonio “ejemplar”: clase media, progresista, sin problemas económicos y moderadamente feliz; la imagen de familia que se muestra en los anuncios de televisión. Cuando descubren -demasiado tarde- que su inocente hijo es objeto de ataques en el colegio, su equilibrio comienza a romperse. El padre, verdadero protagonista de la historia, intenta arreglar el asunto como lo haría la mayoría: denuncia la situación al director de la escuela, amenaza al acosador y aumenta la protección sobre su hijo. Nada de esto resuelve el problema, que crece página a página. El final, aunque previsible -el autor no busca el suspense-, está muy logrado. Unas pocas páginas estremecedoras.

Pero el mayor hallazgo de la novela no es el hilo puramente narrativo, sino los capítulos alternos, en los que una voz anónima describe los miedos de la sociedad española de principios del siglo XXI. El temor a la oscuridad, a los ladrones, al dolor, a la violencia, a la pobreza, a la inmigración; todos son analizados con precisión notarial. “El suyo es un miedo consciente, propio de quien es capaz de pensar su propio miedo, analizarlo, cuestionarlo incluso, y sin embargo teme”, puede leerse en uno de estos capítulos. Es difícil no compartir esta frase. Muchos de nuestros temores son infundados, la probabilidad de que se conviertan en realidad es escasa; y aún así...

De cuando en cuando, el narrador recuerda que los temores son del protagonista, pero es inútil: el lector sabe que también son suyos, de todos nosotros. Por eso esta novela resulta en algunos momentos incómoda. Nuestros miedos son privados, o deberían serlo; avergüenza escucharlos en la voz de un narrador anónimo -sabia elección de Isaac Rosa, por cierto, evita moralinas y produce el mismo efecto- que parece conocernos demasiado bien.

Isaac Rosa ha conseguido lo que muchos escritores buscan: revelar a través de una historia sencilla un pequeño, pero importante, rincón de la sociedad actual. En una entrevista reciente, declaraba que con esta novela invita a identificar nuestros temores, "para, a partir de ahí, echarlos a un lado". No lo ha conseguido. Y en estos tiempos de algodón y ojos cerrados, es todo un logro.

(Reseña aparecida en el suplemento Artes y Letras el 25 de septiembre de 2008)

22 septiembre 2008

Debería caérseles la cara de vergüenza

Para el gobierno socialista, ejem, un spot de Amnistía Internacional no es servicio público. Es la segunda vez en un año que se le niega esta valoración, que eximiría a la ONG de pagar a las televisiones por emitir el anuncio.

De esta decisión sólo nos enteramos a través de la web. Por suerte, la difusión en la red es gratuita.

17 septiembre 2008

Apuntes para un estudio de la crisis económica

1

No soy economista, no sé mucho de flujos y reflujos financieros, no tengo acciones en ninguna empresa. Soy un ciudadano normal. No entiendo lo que ocurre. Pero entiendo lo que veo.

2
La crisis es un monstruo intangible con cientos de cabezas. Algunas sueltan veneno, otras están a la espera. Las hay pequeñas, tanto que sólo a posteriori hemos comprendido que ya nos hirieron. La crisis es una hidra invisible y acuosa. Se expande, está en todos los sectores, en las oficinas, en las casas, en las conversaciones, en los sueños. Todos hablan de ella pero nadie conoce su rostro, su origen, sus motivos. Ni el modo de matarla.

3
Su anuncio favoreció el doble-pensar en algunos políticos. Se dijo que bajar los impuestos era de izquierdas, que nadie saldría herido, que era una brisa pasajera. Pero sabían, lo terrible es que lo sabían, que la izquierda no debe reducir impuestos, que para muchos su sola mención provocaba llagas, que era un huracán. Su anuncio también favoreció la posición de otros políticos. Tuvieron que abrir la boca al máximo para meter en ella esas seis letras, lo hicieron. Olvidaron, como si nunca hubieran existido, sus viejos caballos de batalla. Se convirtieron en otros, se transformaron, renacieron y ganaron fuerza. Pero sabían, siempre lo supieron, que las palabras entran y salen de la boca con facilidad, que los viejos caballos de batalla aún cocean en la memoria de los ciudadanos, que si no fuera por la crisis, ellos estarían en números rojos.

4
Ahora la crisis nos envuelve en su manto oscuro, y las soluciones son parches que no convencen a nadie, ni siquiera a las mismas personas que los pegan con cuidado y temor. Su influyo convierte a los liberales en protectores y a los ricos egoístas en necesitados que suplican solidaridad. Las víctimas, sin embargo, no cambian.


5
La crisis acecha a todos, menos a algunos. Los de siempre. Algunos capean todas las tormentas con sus trabajos vitalicios, sus subidas de salario y sus fiestas de guardar. Otros se saben a salvo en sus despachos iluminados, visten sin preocupación sus trajes y revisan con gozo el informe que detalla su aumento anual de beneficios.

6
La frase "Si gano, para mí; si pierdo a medias", está camino de convertirse en lema mundial.

7
No sé muchas cosas, pero sé que algo falla.

15 septiembre 2008

Un escritor menos

Otro escritor muerto. Este no me ha dolido mucho, debo confesarlo. Sin embargo...

Supe de David Foster Wallace cuando llegó a España la ola de la Next Generation. Tuve curiosidad por leer a los autores que la integraban. Conocía a los escritores estadounidenses del periodo de entreguerras y de los años 50. Para mí eran el último eslabón de una saga.

Por supuesto, me decepcionaron profundamente.

Ni Foster Wallace, ni Palahniuk, ni Chabon, ni Lethem, ni Sedaris me gustaron. Eran "posmodernistas": escritores que bebían del pop, de la televisión, de internet, del cómic. A todo le daban una vuelta de tuerca que nunca he llegado a apreciar (ya no lo haré).

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Compré La broma infinita y la devolví apenas leídas 15 páginas. Si hubiera estado escrita en japonés no habría entendido menos.

Hace un par de veranos di una última oportunidad a Foster Wallace. Un amigo hablaba maravillas de su libro de reportajes y ensayos Hablemos de langostas. Lo leí y no me disgustó del todo. El texto sobre los atentados del 11S me parece magnífico. No es un reportaje: es el mejor análisis sobre cómo la sociedad media estadounidense percibió el ataque a las Torres Gemelas. merece la pena leerlo. El resto no me dijo nada. No fui capaz de terminar el tan comentado artículo sobre la campaña de John McCain, a pesar de que algunos fragmentos eran muy buenos.

Pese a todo, es un escritor menos.

10 septiembre 2008

Inventar La Habana /5

Durante el viaje, pregunté a diferentes personas, “¿Está cambiando la cosa?” Recuerdo algunas de sus respuestas.

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No. Fidel y Raúl son la misma mierda. Diferente collar para un mismo perro.

Sí, sí. Poco a poco, pero ya se notan los cambios. Cómo no.


Los cambios que Cuba necesita son otros. No poder comprar celulares o poder entrar en hoteles. Eso ya se hacía a veces aunque, bueno, de forma, ya sabes. Los cambios son otros.


Los cubanos queremos respirar. Llevamos décadas asfixiados. No podemos comprar esto, no podemos viajar; no podemos tal, no podemos cual. Raúl dio esperanzas, pero no las está cumpliendo. Queremos respirar. Queremos vivir
.

09 septiembre 2008

Inventar La Habana /4

La Revolución acabó con el poder de la Iglesia. Es uno de sus aspectos más positivos. En el resto de Latinoamerica, la Iglesia ha amparado a dictadores, ha confesado a personas para luego delatarlas, ha abusado de menores de edad. No en Cuba.

Hoy, el divorcio está a la orden del día. No es tan traumático como en España; no es negativo. Uno comienza una vida en común con otra persona, al tiempo no funciona y se termina. De forma cordial, sin juicios, sin problemas por la custodia de los hijos. Después se vuelve a casar con otra persona que a su vez, ya tiene un hijo. Todo muy civilizado.

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“Aquí, ser madre soltera no sólo no es un problema, es lo normal. Divorciarse y volverse a casar, incluso entre amigos, no causa ningún problema social. En las fiestas se reúnen hijos de distintas parejas, con todos los padres presentes, y se considera normal. No es el drama español". Este texto corresponde a un reportaje de John Carlin sobre Islandia, pero bien podría aplicarse a Cuba.

De igual modo que el matrimonio ya no es tan sagrado, tampoco lo es la vida de un feto. El aborto no es tabú; muchas jóvenes lo practican sin problemas. Todo por no llenar la isla de bebés no deseados. En España, país desarrollado y, en teoría aconfesional, aún es un problema abortar.

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Los homosexuales también se han visto favorecidos por esta política arreligiosa. Las bodas, según me dijeron, están legalizadas, al igual que el cambio de sexo, tanto en el documento de identidad como en el quirófano. Estas medidas no han sentado bien en algunos círculos. Eso sí, ha celebrar el Día del Orgullo Gay en La Habana ha costado más de 40 años.

05 septiembre 2008

Inventar La Habana/3

¿Hay presos políticos en Cuba? Por supuesto. ¿Cuántos? Es difícil de determinar. El gobierno no ofrece cifras, y las únicas estimaciones proceden de la ilegal, aunque tolerada, Comisión durante años de Cubana de Derechos Humanos. Según su presidente, Elizardo Sánchez, existen algo más de 200 presos políticos en la isla. La represión política ha cambiado. Dice Sánchez: “Ya no se basa en largas condenas de prisión como ocurría en años recientes (...) Lo más frecuente es que ocurran detenciones de corta duración, amenazas, interrogatorios por parte de los aparatos policiales".

Un ejemplo reciente de esta “nueva” forma de represión lo hemos podido ver estos días con el arresto de Gorki Águila. El cantante fue detenido por “peligrosidad social pre-delictiva", es decir, fue arrestado porque en el futuro podría haber cometido un delito e peligrosidad social. El primer día que llegué a la isla me dijeron que no intentase entenderla: “Esto es el trópico”. “Es delirante”, respondí. La prueba de este delirio tropical es que la relación causa-efecto se invierte. En Europa, alguien comete un delito y, después, es arrestado; en Cuba eres arrestado porque alguien piensa que vas a cometer un delito. Me recuerda a Minority Report, sólo que aquí las predicciones no las hace un ser creado y entrenado para ello.

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La movilización de músicos españoles -no todos, no todos- y de activistas en la red ha sido intensa. También los medios de comunicación han dado cancha al asunto. Quizá gracias a este interés el cantante se ha librado de algo más que una multa. Entre la detención y su puesta en libertad han sucedido muchas cosas; merece la pena señalar una.

Un grupo de personas -entre las que había artistas españoles como Loquillo, Miguel Bosé o Alejando Sanz- escribió una carta a Pablo Milanés para que intercediera en favor del cantante. Según algunas informaciones, parece que hizo un par de llamadas que pudieron suavizar la situación. Pero no es suficiente. La noche anterior al juicio, Milanés dio un multitudinario concierto en la Plaza Antiimperialista. Muchos esperaban unas palabras de referencia al cantante detenido; no fue así. A mitad de espectáculo, varias personas sacaron una tela con el nombre de Gorki. Las fuerzas de seguridad, vestidas de civil y camufladas entre el público, le golpearon; hubo quien también fue arrestado. En comisaria les dijeron que la policía había actuado en su defensa: si no se lo llevan, el “pueblo” lo lincha por contrarrevolucionario. En fin...

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¿Qué dijo Pablo Milanés de todo esto? Nada. Siguió cantando (quizá no se diera cuenta de lo que sucedía). A la salida el concierto se declaró “revolucionario y antiimperialista”. Esta actitud del cantante -no es el único artista pro Castro: hace años Silvio fue preguntado acerca de la represión de la homosexualidad en Cuba; su respuesta fue, “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada”- me carcome la conciencia. Uno querría que los que apoyan a dictadores fuesen seres horribles, feos, desagradables; que su trabajo no gustase, estuviese mal hecho, no fuese bello. Pero no es así. El triunfo de la voluntad está considerada una obra maestra del cine, aunque su tema y su intención fuesen abominables; de igual modo, las canciones y las voces de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez son muy bonitas, pero apoyan un sistema podrido y opresor. Los dos artistas, y otro similares, son muy queridos en la isla, incluso por personas -no todas, por supuesto- que quieren un cambio. Nunca lo entenderé.

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Pese a todo, hay quien defiende la detención de Gorki Águila. Siempre se encuentran personas así. También hace 20 años se decía de las víctimas de ETA, “Algo habrá hecho”.

Quien quiera leer más sobre el asunto, puede hacerlo aquí. Para terminar, una entrevista del cantante después de ser liberado.

04 septiembre 2008

Cita semanal

Los monárquicos no quieren al rey, los nacionalistas desean secretamente que haya una separación, los republicanos quieren llegar a un pacto con el príncipe, los cristianos son en su mayoría ateos y los fundamentalistas no se ponen de acuerdo en nada fundamental. Luchamos y morimos por nada.

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01 septiembre 2008

Inventar La Habana/2

Las úlltimas palabras del anterior post no son una exageración. Un cubano medio cobra alrededor de 200 pesos cubanos. Al cambio, son unos 7 euros. Como suelen decir, el sueldo se va en la factura de la luz. ¿Y para el resto? “Se inventa”.

El problema es que el gobierno paga en pesos cubanos, pero todos los productos están en pesos convertibles. (Para quien no conozca el sistema monetario, una breve explicación. En Cuba coexisten dos economías con sus correspondientes sistemas monetarios. El peso cubano y el convertible o CUC. El primero es el que usan exclusivamente los cubanos, no pueden sacarse billetes del país y tampoco es convertible a moneda extranjera. El CUC es el usado por el turismo y aquellos cubanos que consiguen divisas. Diez CUCs son unos 7 euros. Hasta el 8 de noviembre de 2004 esta moneda circulaba en paralelo y con igual valor al dólar americano. Desde esa fecha dejó de utilizarse la moneda americana como forma de pago en establecimientos en divisa y sólo se utiliza el peso convertible.)

Todos los cubanos quieren cambiar sus pesos por CUCs. En las calles, museos o tiendas siempre hay alguien que intenta “vender” un peso (se supone que el turista se quiere llevar un peso como recuerdo). La otra forma de conseguir CUCs es el invento. Al negociar con turistas, éstos van a pagar en CUC. Y entonces las cuentas empiezan a salir.

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Dice un representante de la disidencia en España.

Cuba es hoy un país con una economía maltrecha y desestabilizada donde los derechos laborales de los trabajadores son sistemáticamente ignorados así como son incumplidos los acuerdos internacionales refrendados con organizaciones como la Organización Internacional del Trabajo. A modo de ejemplo baste citar las consecuencias que para los trabajadores cubanos tiene la existencia de una doble moneda: el peso cubano desvalorizado hasta niveles que suponen cuatro veces menos que el peso convertible o "divisa" cuyo valor tiene equivalencia con el euro y que es la única moneda que circula fuera de las tiendas específicamente cubanas. Es necesario señalar que éstas son establecimientos desabastecidos, alarmantemente escasos y con una absoluta falta de higiene, como cualquier turista o viajero, con un mínimo interés por ello puede comprobar. Los sueldos medios no sobrepasan los 225 pesos cubanos, que a cambio suponen 10 euros, esto es por debajo del nivel de la pobreza. En un país donde los precios son equiparables a los europeos, esta situación engendra un tan alto nivel de corrupción que no hay cubano que no se dedique a la extorsión o el pillaje. El gobierno, obviamente, es conocedor de esta situación pero hace la "vista gorda" y aunque existen regulaciones contra ello, sólo son ejercidas como medida de presión o, aleatoriamente, recaen sobre los trabajadores menos afectos al régimen. Los cubanos aseguran que, ante las penas de cuatro años que pueden recaer sobre ellos, es preferible esto a vivir en las condiciones a las que su gobierno les condena.

En el sector turístico, uno de los sectores con mayor peso en la economía cubana y que absorte el mayor porcentaje de trabajadores, éstos son contratados no directamente por las empresas inversoras sino por otras mediadoras dependientes del gobierno y que, a su vez, son las que pagan a dichos trabajadores reteniéndoles hasta un 98% de los salarios. Lo que suponen nuevas violaciones internacionales que Castro impone y que las empresas inversoras acatan. Todo esto sin citar la prohibición de derechos elementales como el de asociación, reunión o sindicación libre o el derecho a la negociación colectiva o la huelga o, las altas penas de prisión a que son condenados los sindicalistas independientes.

Si arriba puede leerse “Inventar la Habana”, es porque no sería justo escribir “Inventar Cuba”. Si bien el invento está ampliamente repartido por toda la isla, es cierto que es en la capital donde la proporción es superior. También en las ciudades se inventa mucho. En cambio, en lo pueblos pequeños y abandonados -donde los habitantes están sentados a sus puertas, y esperan, nadie sabe qué- apenas existe invento porque apenas hay turismo. Hay quien me dijo que la razón es que en los pueblos la gente es más honrada, más natural, menos contaminada. A mí estas palabras me suenan a teorías arcaicas y un tanto peligrosas. Cada cual que elija su respuesta.

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En el anterior post decía “a la larga, será muy perjudicial para el conjunto de la población cubana”. En Cuba hay miles, o millones, de personas acostumbradas a inventar para vivir. No pasan e mes con su sueldo, siempre buscan más. Ahora lo hacen por necesidad pero el día que cambie el sistema, cuántas trabajará de veras? Un cubano me explicó el funcionamiento de la mayor parte de los trabajos. Hay que pensar que todo el mundo trabaja para el gobierno, de quien reciben una cartilla de racionamiento (como se puede imaginar, escasa) y un sueldo fijo, y miserable, hagan o no bien su trabajo. Él iba por la mañana a su puesto de trabajo. Daba un paseo, charlaba con los compañeros. Desayunaba. Saludaba a su jefe, que también acaba de desayunar. Echaba un cigarro. Se aburría. Se iba a casa. Así día tras día (hasta que se cansó y decidió no trabajar más para el gobierno cubano).

Cuba es hoy un país de funcionarios (así va la producción). Como escuché decir, sólo trabajan los que tratan con turistas, y las putas (hubo quien dijo que sólo las putas). El cambio, cuando llegue, puede ser brutal. ¿Se acostumbrarán a no inventar? ¿A trabajar 8 horas diarias? ¿A aguantar con su sueldo?

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Es difícil resumir las impresiones recogidas en un viaje de dos semanas. Más difícil aún explicar a grandes rasgos el funcionamiento de un país. Apenas lo entiendo yo, no puedo pretender ponerlo sobre escrito de forma coherente y precisa. Sin embargo, quiero intentarlo, quizá porque al escribir uno comprende mejor lo que escribe; quizá porque así yo me pueda formar un cuadro cabal de lo que viví y vi en Cuba.


El título de este post no es gratuito. El deporte nacional de Cuba es el invento. Busco en la web una definición clara para este concepto difuso y no la encuentro. Cuesta entenderlo. Yo lo hice a los 8 días de viaje, cuando tuve la oportunidad de ser “víctima” de un invento. Me alegré de poder conocer de primera mano lo que había escuchado varias veces, sin que nadie pudiera explicarme en qué consistía.

El invento, inventar, vivir del invento es en definitiva la proverbial picaresca española, adaptada convenientemente a la “delirante lógica del trópico” (como un cubano la definió) y al -esto lo digo yo- delirante sistema cubano actual.

“Cuando el dinero no alcanza, se inventa”. Es la respuesta que dan todos los cubanos cuando se les pregunta por la escasez, por lo bajos salarios, por la cartilla de racionamiento, por la doble moneda. “Se inventa”. Lo dicen con naturalidad, sin ningún remordimiento de conciencia, con una media sonrisa en la boca, gesticulan con la mano, como si fuera algo de sobras conocido, algo que ni se pregunta. Cotidiano, común, natural.

Pero el invento, la mayor parte de las veces es ilegal. Aquí está la clave, el cáncer de todo el sistema. Un cáncer nacido de la necesidad que a la larga, será muy perjudicial para el conjunto de la población cubana. Pero antes de pronosticar, veamos un par de ejemplos de lo que es el invento. El primero procede del blog Generación Y, escrito por Yoani Sánchez, de quien he hablado alguna vez. El segundo es mío.

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Invento uno.

Tiene 28 años y trabaja en la piscina de un hotel, porque su padrastro le compró un empleo en el turismo. Su dominio del inglés es fatal, pero con los dos mil pesos convertibles que le pagó al administrador, no fue necesario hacer la prueba de idiomas. Más de la mitad de las botellas de ron y coca cola que vende en el snackbar, la ha comprado él mismo a precio de mercado minorista. Los colegas le enseñaron a priorizar la venta de su “mercancía” por encima de la que el Estado destina a los turistas. Gracias a ese truco, se embolsa en cada turno de trabajo lo que ganaría un neurocirujano en un mes.”

Su ritmo de gastos se apoya en las ganancias ilegales, así que trata de cumplir y no desentonar en el plano de la “incondicionalidad ideológica”. Es uno de los primeros que llega cuando convocan a una marcha o al desfile del primero de mayo. Entre sus ropas guarda, para cuando haga falta, un pulóver alusivo a los cinco héroes, otro con el rostro de Che Guevara y uno, intensamente rojo, que dice “Batalla de Ideas”. Si su jefe intenta sorprenderlo en el desvío de recursos, se cuelga una de esas camisetas y la presión baja.

Con sus pocos años, ya ha comprendido que no importa cuántas veces pasas la línea de la ilegalidad, siempre que te mantengas aplaudiendo. Unas consignas gritadas en un acto político, o aquella vez que le salió al paso a un “grupúsculo” contrarrevolucionario, lo han ayudado a conservar tan lucrativo empleo. Sus manos, que hoy roban, engañan a los clientes y desvían mercancías estatales, firmaron –hace casi seis años- una enmienda constitucional para que el sistema fuera “irreversible”. Para él, si lo dejan seguir llenándose los bolsillos, el socialismo bien podría ser eterno.

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Invento dos.


Recorrí varias librerías de La Habana en busca de Paradiso, la obra cumbre de Lezama Lima. No estaba en ninguna. Me pareció increíble. ¿Alguien imagina ir a una librería de Madrid y no encontrar una edición, por mala que sea, de El Quijote? En la última, la dependienta me volvió a dar una negativa por respuesta. Al salir, nos dijo a mi compañero y a mí, “Por aquí”. A pesar de que no habíamos comprado nada ni nos habíamos acercado a una estantería, debíamos pasar por delante de la vigilante del local, una mujer con cara de llevar demasiado tiempo aburrida. Al hacerlo, nos llamó; “Querrá registrarnos”, pensé. “Ustedes buscaban Paradiso”, preguntó. La verdad es que no supe que responder. “Yo, casualmente, lo tengo en casa, una edición muy bonita y esta nuevo” Lo guardo por si, bueno, ya saben...”.

¡Eso era el invento! Robar mercancía para venderla de forma particular. A final, resultó que no lo tenía en casa sino en un armario detrás suyo. Y no sólo tenía ése, sino un buen puñado. Ninguno me interesaba. Pregunté por uno de Alejo Carpentier, Viaje a la semilla: no lo tenía, pero si volvía al día siguiente, sería mío, “Creo que una amiga lo tiene en su casa....”.

Por supuesto, la transacción se hizo a plena luz, con el consentimiento de la dependienta; de hecho, fue ella quien nos guió hacia la vigilante, y quien le hizo un gesto que venía a decir, “Éstos son tuyos”.

Con estos dos ejemplos quizá baste para entender qué es el invento. Todo el mundo inventa. Todos saben que el otro inventa. Muchos se ayudan entre sí para inventar. Sin el invento, Cuba se iría al carajo.