24 diciembre 2008

Don Julián en Euskadi

Ya era hora. Mucho se ha tardardo en escribir sobre ETA con el tono que lo hace Juan Francisco Ferré. Una irreverencia necesaria para desacralizar los asesinatos de la banda terrorista (ojo: desacralizar no significa restarles importancia). España se ha acercado en muy pocas ocasiones a su mayor cáncer. Y cuando lo ha hecho, ha sido -demasiadas veces- desde el punto de vista de los verdugos.

Ferré afronta la tarea con valentía. Desde la farsa, escribe una novela que no deja títere con cabeza. La fiesta del asno apunta a los políticos del PNV (que, para Ferré, nada entre dos aguas), a los medios de comunicación (que dan excesiva cobertura a todo lo relacionado con ETA), a los familiares de las víctimas (en un momento de la novela, una mujer suplica por la vida de su marido; para salvarlo, se acuresta con Gorka, y en el moment del orgasmo grita "Mátalo, mátalo") y, por supuesto, a los terroristas.

El libro no tiene un hilo argumental al uso. Está formado por estampas o escenas que giran alrededor del protagonista, Gorka K, síntesis en cierto modo del joven terrorista actual. Gorka en su casa, Gorka durmiendo; Gorka practicando el sexo con mujeres, con hombres, con travestis; Gorka probándose trajes de la guardia Civil; Gorka masturándose al escuchar a un escritor crítico con la banda; Gorka concejal, Gorka asesino, gorka quemando contenedores; Gorka recibido como Jesús a la entrada de su pueblo; Gorka regentando un bar adornado con las caras de sus víctimas; Gorka convertido en mujer y disfrutando de su exiilio dorado en el Caribe...

Hay muchos Gorkas en esta novela. Pero al cabo todos son uno.

Dos son las escenas que definen bien el espíritu de La fiesta del asno y su protagonista. En la primera, Gorka persigue a su víctima hasta matarla; un hobre que, pese a los disparos, se resiste a morir y se levanta del suelo una y otra vez.

En la segunda, Gorka decide ejecutar una acción no aprobada por la Organización. Durante un pleno en el que se va a destituir al alcalde, simpatizante de los asesinos, entra al ayuntamiento pistola en mano y profiriendo gritos (en una imagen que recuerda mucho a un 23 de febrero). Da su pistola a los concejales y les da a elegir. "Votad a favor del alcalde, o pegaos un tiro en la sien". Hay quien vota por convicción, hay quien vota por no morir y hay quien se dispara. Llegado el turno del alcalde, las opcionen están igualadas. Gorka está tranquilo, todo saldrá bien. Pero contra todo pronóstico, el alcalde también aprieta el gatillo.

Sólo hay una pega a esta novela. En su afán por trasladar el espíritu, el humor y la iconoclastia y el estilo de Reivindicación del Conde don Julián al País Vasco, parece en algunos momentos una copia, como si se hubiera efectuado un mero cambio de escenario. Pero lo cierto es que sin la lectura de la novela de Juan Goytisolo, que prologa el libro, Ferré no habría podido escribirla.

Aquí un extracto
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Si el autor conociera la verdadera naturaleza del "problema vasco" ese tal GorkaK no follaría de ninguna de las maneras, ja ja ja!!