El verdadero aficionado a los libros sabe que el placer concluye con su adquisición; mejor dicho, que la delicia suprema consiste en tener el libro a nuestro alcance, en saber que es posible leer en él... y luego no leerlo.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
¡Qué gran verdad! ¡Qué maravilla sufrir este síndrome de Diógenes de los libros!
1 comentario:
¡Qué gran verdad!
¡Qué maravilla sufrir este síndrome de Diógenes de los libros!
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