15 diciembre 2007

Tras los muros

Estos días ha recalado en España la antropóloga brasileña Teresa Caldeira, que se dedica a estudiar la desigualdad social en las ciudades y los mecanismos de exclusión y división que en ellas se dan en aras de una supuesta seguridad.

Aquí algunas de sus declaraciones en El País:

"Lo que más me preocupa es que las ciudades estén asumiendo y consolidando la desigualdad como algo natural”

"Hacia 1982, mientras vivía en uno de estos barrios [periféricos de Sao Paulo], empecé a constatar la aparición de un nuevo discurso que hablaba del 'miedo' al crimen y a la violencia. Ciertas clases empezaron a utilizar este discurso para salir de sus casas, buscar seguridad y optar vivir 'encerrados'. Este proceso es similar al registrado en EE UU. Las ciudades se están cerrando".

Frente a la inseguridad –real y supuesta– de la megalópolis, los ciudadanos “con posibles” toman la determinación de huir de la ciudad, de autoexiliarse y crear colonias anexa seguras. La desigualdad económica se hace todavía más patente.

Sobre esta realidad de nuestros días, y los que vendrán, el mexicano Rodrigo Plá ha filmado La zona. En una ciudad cualquiera de Latinoamérica, un grupo de adinerados ha construido su particular castillo, fortificado con alambradas eléctricas y vigilado por decenas de cámaras controladas por guardias de seguridad privados. Es “su” ciudad, conseguida gracias al amparo de un juez corrupto. La policía no puede entrar salvo orden judicial (“La calle es de todos”, dice un inspector, “Ésta no”, responde una habitante).



Un accidente rompe la falsa tranquilidad en la que estas personas viven. La verja se rompe y tres muchachos entran a robar a una casa; dos de ellos son tiroteados, y un guarda muere por error. Lo primero que harán sus habitantes será intentar ocultar lo sucedido mediante engaños (a la viuda del guarda), dinero (a las fuerzas de seguridad), o simple coacción (todos los vecinos deben acatar lo decidido en a asamblea ciudadana). Después, intentarán cazar al tercer ladrón.

La zona puede verse como una eficaz película de intriga y acción, un thriller. Pero es al mismo tiempo una serena y penetrante reflexión sobre el presente y, sobre todo, el futuro. El mi miedo a la violencia lleva a las familias con dinero no sólo a buscar seguridad –actuación lógica y nada reprobable–– sino a sentirse superiores a quienes viven fuera de la zona. Éstos son inferiores seres que malviven y sólo buscan ejercer el mal, personas que pueden ser fácilmente compradas, que no merecen ni un entierro digno.

Como queda patente en la película, su seguridad no es tan firme como pensaban. La solución no puede ser encerrarse. Eso lo sabe el espectador y lo acaba sabiendo un personaje, “Cuando mi hijo crezca y me pregunte por qué vivimos detrás de un muro, ¿qué le diré?”. Si no queremos que en mundo se convierta en megalópolis paupérrimas rodeadas por decenas de “zonas” fortificadas, mucho debemos cambiar.

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