02 diciembre 2009

La culpa no está en las estrellas

Esto podría no hacer bien a nadie. Y al final de éste discurso algunas personas podrían acusar a éste reportero de patear su propio y confortable nido y esta organización podría ser acusada de haber dado hospitalidad a heréticas e incluso peligrosas ideas.

Pero la elaborada estructura de las cadenas de televisión y agencias de publicidad no serán alteradas. Es mi deseo, incluso mi deber, tratar de hablarles a ustedes, hombres de noticias, con franqueza sobre lo que está sucediendo en la radio y televisión.

Y si lo que voy a decir conlleva responsabilidades sólo yo soy responsable por decirlo.

Nuestra historia será lo que hagamos de ella.

Y si existen historiadores dentro de 50 o 100 años y se guardan las grabaciones de una sola semana de las tres cadenas, encontrarán -en blanco y negro y en color- evidencias de la decadencia, escapismo y aislamiento de la realidad del mundo en el que vivimos. Estamos anestesiados, cómodos y complacientes.Tenemos integrada una alergia a la información perturbadora o desagradable.

Nuestra prensa refleja esto.

Pero a menos que nos liberemos de nuestros excesos y reconozcamos que la televisión es principalmente usada para distraernos, desviarnos, entretenernos y aislarnos, entonces la televisión y aquellos que la financian, aquellos que la miran y aquellos que trabajamos en ella ver una imagen totalmente diferente muy tarde.

Si seguimos como hasta ahora la historia tomará su venganza, y el castigo no cejará hasta alcanzarnos.

Sólo de vez en cuando, exaltemos la importancia de las ideas y la información. Soñemos al extremo de decir que una noche de un domingo cualquiera el horario ocupado por ED Sullivan sea ocupado por un examen clínico del estado de la educación de América. Y una o dos semanas después, el horario de Steve Allen sea dedicado a un análisis en profundidad minucioso de la política estadounidense en Oriente Próximo.

¿Quedaría la imagen de los anunciantes dañada?¿Se alzarían los accionistas en ira y protestas Pasaría algo, aparte del hecho de que unos pocos millones de personas recibirían información sobre asuntos que podrían determinar el futuro de este país, y por ende el futuro de las corporaciones?
A aquellos que dicen "La gente no lo vería, no le interesaría, son muy complacientes, indiferentes y aislados", sólo les puedo contestar: hay, en la opinión de un reportero, evidencias considerables contra esa afirmación.

Pero aunque tengan razón, ¿qué tienen que perder?

Porque si tienen razón y este instrumento no sirve para nada -sólo para entretener, divertir y aislar- entonces la televisión está agonizando y pronto veremos que toda la lucha está perdida.

Este instrumento puede enseñar. Puede iluminar, incluso inspirar. Pero sólo puede hacerlo si las personas deciden usarlo con esos fines.

De otra manera, es sólo una caja de cables y luces.

Buenas noches, y buena suerte.

1 comentario:

Javier López Clemente dijo...

La Televisión en España en el año 2010. Atención a lo que se dice a los 35´´ del video.

http://www.youtube.com/watch?v=xvx4sjQspnM