20 mayo 2008

¡Que coman pasteles!

Pendientes de China, Myanmar o Palestina, los medios de comunicación prestan escasa atención a Corea del Norte, uno de los países incluido en el célebre “Eje del Mal”. Cuando el país sale en las noticias suele ser en relación a su supuesto arsenal nuclear o a las gigantescas y vergonzosas celebraciones (obligatorias) por el cumpleaños del líder, Kim Jong Il.

kim jong il

Sin embargo, en el campo de concentración que es Corea del Norte vive una población estimada de 23 millones de habitantes. Y la mayoría pasa hambre. Hace 10 años, una hambruna mató a unos 3 millones de personas (las cifras varían, el hermetismo del régimen impide conocer la realidad). Ahora podría suceder algo similar.

El Programa Mundial de Alimentos ha alertado de que 2008 va a ser un año crítico. A los 6'5 millones de personas que pasan hambre en Corea del Norte, otras muchas se sumarán debido a la subida de los precio de los alimentos. El país dependerá aún más, si cabe, de la ayuda internacional. La situación es tal que Corea del Sur se ha ofrecido a ayudar, sin esperar a la petición de auxilio de su siempre reticente vecino.

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Y es que Kim Jong Il quizá este viendo alguna de las más de 20 mil películas que almacena, mientras uno de sus súbditos (no son otra cosa) añade corteza de árbol y hierba a su dieta. O quizá se entretenga bebiendo coñac por las noches mientras otro sale a buscar comida al bosque. Los dictadores no suelen preocuparse por aquellos sobre quienes gobiernan.


Hace 2 años, un alemán salió en los periódicos por criar conejos del tamaño de un perro. Corea del Norte lo llamó, quizá él pudiera ayudar a pasar la hambruna que se avecinaba... Ésta ha tardado más de lo que se esperaba, pero al final ha llegado.

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¿Y qué hace Occidente al respecto? Poco. Para Estados Unidos, Corea es un estado nuclear dirigido por un megalómano, un país peligroso. Tampoco piensa mucho en sus ciudadanos. La noticia de la semana, la que aparece en todos los medios, es que Corea del Norte podría hacer una declaración sobre su capacidad nuclear. Es lo único que importa. En teoría, Washington (y, por ende Europa) está dispuesto a ayudar económicamente a Corea del Norte, pero sólo a cambio de la declaración antes citada. Si Corea del Norte renuncia a toda veleidad nuclear, el mundo la ayudará. Si el líder no da una respuesta satisfactoria, los ciudadanos pasarán hambre. Conociendo al dictador, no es difícil imaginar el futuro de estas pobres gentes.

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