22 febrero 2009

La película del año

La última película de Clint Eastwood debería ser una de las premiadas esta noche en Los Ángeles. Pero no va a ser así. Gran Torino no está nominada a ninguna categoría. Como tantas otras, My blueberry nights, Escondidos en Brujas... -ha sido ignorada por los que organizan el sarao que con el que Hollywood celebra cada año lo guapo que es.

No es ninguna novedad decir que Clint Eastwood es un maestro del cine, que atrás quedaron sus tiempos del spaguetti western y que es mejor director que actor, aunque cuando se dirige a sí mismo ofrece sus mejores papeles. No es novedad pero, visto lo visto, aun hay quien no lo sabe. Tampoco son capaces de reconocer su valía como música, que le ha llevado a componer la música de Gran Torino, una delicia interpretada por Jaime Cullum, (Clint sabe tocar el piano, pero lo de cantar lo deja a otros mejor preparados).

Gran Torino podría ser -esperemos que no- la despedida de Eastwood del mundo del cine. Un canto a la vejez, a la amistad, y la empatía y el entendimiento entre culturas diferentes en la América profunda del siglo XXI. La película comienza con el funeral de una mujer. Asiste su viudo, Clint Eastwood, y un puñado de familiares bastante desagradables. Tras la ceremonia, oficiada por un joven e inexperto sacerdote, hay una reunión en la casa del viudo; allí se muestra el carácter del protagonista: anclado en las viejas tradiciones, con un punto misántropo, amargado. La presencia de una numerosa familia oriental en la casa de al lado no mejorará su humor.



Un incidente dará pie a una relación entre Eastwood y los miembros más jóvenes de esta familia. Como ya se ha contado muchas veces, el viejo huraño descubre el poder de la amistad a través de quienes, en su pasado, podrían haber sido sus enemigos. Pero Eastwood no cae en clichés y el espectador no tiene la sensación de lo ya visto en ningún momento. Al contrario, al final,de la película siente cariño por los principales protagonistas -incluso por el sacerdote, que ya no es inexperto.

Quizá la clave de esta película sea su elegante sencillez.
Eastwood prescinde de recursos expresivos,de saltos de tiempo y lugar, de efectos especiales. Elige pocos escenarios y pocos actores en cada escena. La estructura es sólida y os giros que mueven la narración son claros y llegan en el momento oportuno.


Después de rodar grandes películas como Sin Perdón, Mystic River o Million dollar baby, Clint Eastood ha conseguido firmar su mejor película.

Quizá por suerte, pocos en la industria de Hollywood lo han sabido ver. La miel no es para los asnos.

No hay comentarios: