Siempre ocurre lo mismo. La policía detiene a unas cuantas personas; se dice que son de Al Qaeda, que colabran con Al Qaeda, que simpatizan con Al Qaeda. La noticia llena portadas y abre informativos.
La política del miedo. "Están entre nosotros. Puede haber otro 11M". Los vecinos dicen que eran personas normales. "Pero -dice una- si han hecho lo que dicen que han hecho, deben ir a la cárcel. No quiero terroristas en mi edificio".
Después resulta que no. Con demasiada frecuencia resulta que no son de Al Qaeda, que no colaboran con Al Qaeda, que no simpatizan con Al Qaeda. Son delincuentes y nacieron en Marruecos, Pakisrán o Argelia. Nada más.
No todos los vascos son de la ETA. Hay ladrones de Bilbao, hay violadores que nacieron en Vitoria.
Una vez más, se ha inyectado el miedo al extranjero; y los medios hemos vuelto a colaborar en la tarea.
La política del miedo. "Están entre nosotros. Puede haber otro 11M". Los vecinos dicen que eran personas normales. "Pero -dice una- si han hecho lo que dicen que han hecho, deben ir a la cárcel. No quiero terroristas en mi edificio".
Después resulta que no. Con demasiada frecuencia resulta que no son de Al Qaeda, que no colaboran con Al Qaeda, que no simpatizan con Al Qaeda. Son delincuentes y nacieron en Marruecos, Pakisrán o Argelia. Nada más.
No todos los vascos son de la ETA. Hay ladrones de Bilbao, hay violadores que nacieron en Vitoria.
Una vez más, se ha inyectado el miedo al extranjero; y los medios hemos vuelto a colaborar en la tarea.
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