Muchas personas conocen a alguien que se ha suicidado. Sin embargo, pocas o ninguna de estas tragedias aparecen en los medios de comunicación. El silencio es absoluto.
Existe una norma no escrita de ocultar los suicidios. Incluso en el caso de personas conocidas se intenta, con sutiles juegos de palabras, que el lector o espectador no sepa la causa del fallecimiento. ¿De qué murió la hermana de la princesa de Asturias? ¿Y Andrés Montes?
Se cree que al informar sobre un suicido se produce un efecto llamada, y los lectores o espectadores con tendencias destructivas llevan a cabo sus ideas. Este criterio se funda en estudios de los años 90. Si se hiciesen ahora, quizá el resultado fuese diferente. Cuando se comenzó a informar de la violencia de género de manera seria (cuando se desterró la expresión "crimen pasional"), también algunas voces alertaron del efecto contagio. Parecía que había más muertes que nunca, y lo que sucedía era que por fin la gente conocía la trágica realidad de muchas familias. Hoy se ha demostrado que la información reduce la tasa de asesinatos.
Lo mismo ocurre con el suicido. No se cuenta, no se sabe, no existe. Pero, en España, cada año mueren más personas por suicidio que en accidentes de tráfico. En 2007 se quitaron la vida 3.263 personas; las carreteras se cobraron 2.741 víctimas.
Existe una norma no escrita de ocultar los suicidios. Incluso en el caso de personas conocidas se intenta, con sutiles juegos de palabras, que el lector o espectador no sepa la causa del fallecimiento. ¿De qué murió la hermana de la princesa de Asturias? ¿Y Andrés Montes?
Se cree que al informar sobre un suicido se produce un efecto llamada, y los lectores o espectadores con tendencias destructivas llevan a cabo sus ideas. Este criterio se funda en estudios de los años 90. Si se hiciesen ahora, quizá el resultado fuese diferente. Cuando se comenzó a informar de la violencia de género de manera seria (cuando se desterró la expresión "crimen pasional"), también algunas voces alertaron del efecto contagio. Parecía que había más muertes que nunca, y lo que sucedía era que por fin la gente conocía la trágica realidad de muchas familias. Hoy se ha demostrado que la información reduce la tasa de asesinatos.
Lo mismo ocurre con el suicido. No se cuenta, no se sabe, no existe. Pero, en España, cada año mueren más personas por suicidio que en accidentes de tráfico. En 2007 se quitaron la vida 3.263 personas; las carreteras se cobraron 2.741 víctimas.
Son más de 3 mil familias que guardan un secreto, una vergüenza. Antes no podían enterrar a sus muertos en los cementerios, hoy no se habla de ellos, no se dice qué les ocurrió. Pero quizá ver el nombre de su hijo, su padre o su abuela en el periódico les aportase cierta paz.
Existe otro dato que se ha interpretado de forma incorrecta. Se suele decir que tiene un buen sistema político pero allí hay demasiados suicidios, y culpan al clima, a las horas de oscuridad... Pero lo cierto es que en cada continente, en cada grupo de países con lazos económicos, religiosos, políticos y culturales, la mayor tasa de suicidios se da en el estado más avanzado. En Europa Occidental es Suecia; en Asia, Japón; en Latinoamérica, Chile; en Europa del Este, Bielorrusia.
A mayores comodidades, mayor tiempo para el ocio, más hastío. Si luchas por sobrevivir, por comer una vez al día, no tienes tiempo para pensar en el sentido de la vida.
Pero este tema todavía es tabú. Quizá el que más claro ha hablado del tema sea Shakespeare. Miles de veces se ha recitado el famoso monólogo de Hamlet, "ser o no ser". El soliloquio no es otra cosa que un debate sobre el suicidio. La conclusión es que el personaje se mataría de no ser por la incertidumbre del posible más allá. Y aquí surge la pregunta: si los creyentes tienen fe en un más allá mil veces mejor que el más acá, ¿por qué vetan el suicidio? ¿no deberían suicidarse en masa?
Es necesario un debate abierto y sin prejuicios sobre el tema. Puede que así se salven algunas vidas.
Existe otro dato que se ha interpretado de forma incorrecta. Se suele decir que tiene un buen sistema político pero allí hay demasiados suicidios, y culpan al clima, a las horas de oscuridad... Pero lo cierto es que en cada continente, en cada grupo de países con lazos económicos, religiosos, políticos y culturales, la mayor tasa de suicidios se da en el estado más avanzado. En Europa Occidental es Suecia; en Asia, Japón; en Latinoamérica, Chile; en Europa del Este, Bielorrusia.
A mayores comodidades, mayor tiempo para el ocio, más hastío. Si luchas por sobrevivir, por comer una vez al día, no tienes tiempo para pensar en el sentido de la vida.
Pero este tema todavía es tabú. Quizá el que más claro ha hablado del tema sea Shakespeare. Miles de veces se ha recitado el famoso monólogo de Hamlet, "ser o no ser". El soliloquio no es otra cosa que un debate sobre el suicidio. La conclusión es que el personaje se mataría de no ser por la incertidumbre del posible más allá. Y aquí surge la pregunta: si los creyentes tienen fe en un más allá mil veces mejor que el más acá, ¿por qué vetan el suicidio? ¿no deberían suicidarse en masa?
Es necesario un debate abierto y sin prejuicios sobre el tema. Puede que así se salven algunas vidas.
2 comentarios:
Muy interesante. Camus tiene un ensayo sobre el suicidio: "El mito de Sísifo", en el que llega a afirmar que "el suicidio es el único problema filosóficamente relevante".
La vida es lo único propio que realmente tenemos. ¿Qué mayor expresión de la libertad del hombre que admitir la posibilidad de acabar con la propia existencia?
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