Según el último barómetro del CIS, la clase política preocupa más a los ciudadanos que el terrorismo. Mientras, los políticos presuntamente corruptos revalidan su intención de voto en todas las comunidades donde gobiernan.
En la clasificación mundial de Reporteros Sin Fronteras sobre la libertad de prensa, España cae en 2009 hasta el puesto 46. El motivo principal es la amenaza terrorista que sufren los periodistas (esa amenaza que ya no preocupa tanto como la corrupción política). El segundo motivo es el reciente fenómeno por el cual los políticos no aceptan preguntas en las ruedas de prensa.
Los grandes partidos contratan a las mejores agencias de publicidad (DDB España, Sra. Rushmore…) para crear sus videos, sus mítines, sus webs y sus eslóganes/mensajes. Las legislaturas se vuelven campañas. Los votantes, targets comerciales.
Los partidos empiezan a enviar comparecencias grabadas por ellos mismos, sin presencia de ningún periodista. Todas las cadenas de televisión lo emiten como si fuera información sólo porque lo parece. Los periódicos copian y pegan las notas de prensa. La propaganda ocupa la primera página, convirtiéndose, de facto, en la noticia del día. Algunos periodistas protestan en sus columnas, pero no deja de ser su opinión. La agenda del país se adecua a los intereses de los partidos. Hoy, el Alakrana. Mañana, Sitel. Pasado, la ley del aborto.
El infoshow se asienta definitivamente en España, convirtiendo la mayor parte de los informativos televisivos en una cronología de sucesos repletos de adjetivos hipertróficos. La información empieza a tratarse con las reglas de la ficción, aplicando parámetros dramatúrgicos a la realidad. Así, la Gripe A se convierte en un arco argumental repleto de giros de trama artificiales. La información se vuelve indistinguible de la especulación, la propaganda y el espectáculo patrocinado.
Las tertulias radiofónicas y televisivas se llenan de agentes comerciales de medios de comunicación vendiendo la línea editorial impuesta por sus directivos. Los espectadores contemplan las tertulias y debates para reafirmar sus posiciones, para apoyar a los suyos. La política se convierte en un evento deportivo. La democracia es La Gran Liga.
A medida que crece la incertidumbre económica por esta crisis que nunca nos afectaría, confiad en mí, crece la propaganda y disminuye, hasta casi desaparecer, la información contrastada. El periodismo se desvanece bajo los intereses de los grupos de comunicación en permanente guerra comercial por derechos o prebendas. Las voces disidentes que aún resisten en nómina son enviadas a casa, a escribir una novela, o a Oriente Medio, a reportar noticias lejanas que no afecten a la correcta sinergia poder-empresa nacional.
La verdad, para el ciudadano, se limita a lo tangible y a lo inmediato. A lo que ve y oye por sí mismo. A su casa y su calle. Y los políticos, con una máscara de cinismo diseñada por la mejor agencia de publicidad del país, se preguntan por qué tanto desencanto político. Por qué tanta indiferencia democrática. Por qué tanto fracaso de valores entre los jóvenes… ellos, que lo tienen todo.
Mi mesa Cojea, 28-11-2009