13 enero 2009

50 años de gloria

1.-

En el otoño de 2001 me encontraba con un amigo en Inglaterra. Ávido de nuevas musicas, entramos una tarde en una tiendecita de Londres. Era el paraíso de todo amante del jazz. Preguntamos al dependiente, "No sabemos absolutamente nada de jazz, ¿qué nos recomienda para iniciarnos?" El tipo -quizá por desidia, quizá por pura maldad contra los extranjeros ignorantes- nos recomendó un disco de un tal Ben Webster. De vuelta en nuestro pueblo, lo escuchamos;o nos gustó nada. Si eso era jazz, ¿por qué la gente andaba loca por él?

Lo que el encargado de la tienda debió haber dicho es, "Tomad este disco. Se llama Kind of Blue, y es el mejor álbum de jazz de la historia".

2.-

Pasaron un par de años y un conocido me prestó el disco en cuestión. Por entonces estaba obsesinonado con Sigur Ros y Keith Jarret. Kind of Blue permaneció varios días en la estantería de discos prestados, esperando que le hiciera caso. Era diciembre y cogí la gripe. Pasé una tarde en la cama, a oscuras. Para no aburrirme -y como atajo hacia el sueño que necesitaba- puse el disco en el equipo. Lo escuché una y otra vez durante la tarde. No conseguí dormir, hipnotizado por una música hasta entonces desconocida. Era única, magnéntica, mágica. Todo un mundo por explorar.

3.-

Miles Davis revolucionó la música contemporánea con Kind of Blue. Lo haría algunas veces más. Su Bitches Brew o Silent Way son hitos que han abierto camino a muchos otros artistas. Es muy reveladora esta anécdota, que apareció en El País Semanal hace 2 semanas.

Ocurrió en 1987. El presidente Reagan entregaba un reconocimiento oficial por toda su carrera a Ray Charles y convocó a ilustres afroamericanos. En la Casa Blanca se presentó Miles Davis, ajeno a toda etiqueta: pantalones negros de cuero, un chaleco encima de otro, chaqueta de esmoquin con una serpiente roja en la espalda. Cualquier otro sexagenario habría sido arrestado por hortera; él estaba por encima de semejantes consideraciones.

No todos los invitados eran conscientes de sus prerrogativas. Una incordiante dama de la buena sociedad de Washington se encaró con el trompetista y le preguntó malévolamente qué méritos tenía para estar allí. Miles fue a la yugular: "Bueno, he cambiado el rumbo de la música cinco o seis veces. Ahora, dígame: ¿qué ha hecho usted de importancia, aparte de ser blanca?".
Todo un genio.


2 comentarios:

Johan Bush Walls dijo...

Oiga, que buen blog el suyo, felicidades.

Salú pue.

Carlos Sardiña Galache dijo...

Un consejo, si me permites

Si no lo has oído aún, prueba con éste:
http://www.tomajazz.com/perfiles/kahn_ashley_als.htm
La Capilla Sixtina del jazz.
Un saludo