06 enero 2009

La guerra del frío

La suspensión del suministro de gas ruso a Ucrania no es un problema menor o local. Es una velada amenaza a Europa. Bulgaria, Rumanía, Polonia y Hungría ha comenzado a sentir fallos en el suministro energético. Por ahora, el nuevo presidente de la Unión, el checo Vaclav Klaus, ha dicho que es un conflicto bilateral; pero ha convocado una reunión en Bruselas, y hace bien.

Europa compra casi la mitad del gas a Rusia a través de la estatal Gazprom, la mayor empresa mundial del sector. Y el 80 por ciento de la energía que llega a países como Alemania, Italia o Francia pasa por Ucrania. Esta dependencia es, cuando menos, preocupante. Más aún si se nos detenemos a pensar qué es realmente Gazprom y quién la controla.

GAZPROM
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El Estado ruso tiene, en palabras de Vladimir Putin, el "control directo" sobre la gasista, cuya importancia para Rusia califica de "estratégica". El actual presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, ha encabezado su consejo de directores durante los últimos ocho años. Medvédev no se presentó a las elecciones: fue Vladimir Putin quien lo designó sucesor. Un año antes había pedido a Viktor Zubkov que fuera primer ministro; cuando Putin ocupó su lugar en mayo, éste se convirtió en presidente del directorio de Gazprom.


La Duma, en la que es mayoría el partido que ocupa el Kremlin, aprobó hace 2 años una ley que otorgaba a Gazprom la exclusividad de exportar gas, convirtiéndose así en un monopolio. En 2001 el consorcio tomó el control de NTV, la única televisión independiente. Desde entonces, su política editorial ha cambiado de forma drástica. En 2005 el que fuera el hombre más rico de Rusia, Mijaíl Jodorkovski, fue condenado a 9 años de prisión por evasión de impuestos. Su empresa, la petrolera Yukos, fue desmantelada y subastada. La mayor parte de sus activos fueron a parar a Gazprom.

A la luz de estos datos, el semanario The Economist afirmó que Gazprom “no es una empresa normal, es el arma económica de un poderoso Estado con un interés declarado de enfrentarse a Occidente". Para el autor del articulo, Rusia ha cambiado los “tanques, submarinos y misiles” de la Guerra Fría por “bancos y oleoductos”. La opinión imperante en Rusia es muy diferente. Según el profesor de relaciones internacionales Alexei Pushkov Gazprom no es más que “un instrumento de la política exterior rusa”. Y el actual primer ministro, Vladimir Putin, ha calificado a la gasista de “garante de la estabilidad energética mundial".

Hasta ahora, Europa tenía otras alternativas a Gazprom. De hecho, importaba gas de Noruega y Argelia. Sin embargo, esta situación podría estar a punto de cambiar. El pasado día 23, los principales exportadores de gas acordaron crear una organización similar a la OPEP. La amenaza de un precio fijo pactado entre productores no puede descartarse. El propio Vladimir Putin lo advirtió: “La era del gas barato está llegando a su fin”.

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Ahora le toca mover ficha a la Unión Europea. Debe mostrar claramente su postura. ¿Está a favor de la libertad de comercio y en contra de las presiones del Kremlin o cerrará los ojos a la espera de que escampe el temporal? Su decisión no puede demorarse, Ucrania está en apuros. Si su presidente, Víktor Yúschenko, no cede al chantaje de Gazprom, miles de europeos podrían sufrir los rigores del inverno. Si lo hace, el Kremlin habrá demostrado su fuerza una vez más. Y sin disparar un tiro.

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