Pese a haber perdido decenas de soldados, el Gobierno no se cuestiona la presencia de España en Afganistán.
Dice Luis Montes Martínez, asesor del Ministerio de Exteriores:
"La seguridad no se juega exclusivamente dentro de las fronteras, sino que tiene un componente global. Lo que pasa en el otro extremo del mundo puede tener influencia en Madrid o Londres. Por lo tanto, como actor responsable, España tiene que contribuir con sus socios a estabilizar un país que ha generado una profunda inestabilidad en el ámbito internacional".
La estabilización no es fácil. Como explica un militar español, en un mismo barrio de Kabul hay que ayudar a una familia, separar a dos miembros de tribus enfrentadas y repeler un ataque de la insurgencia.
Pero los verdaderos enemigos son la corrupción, el analfabetismo y la pobreza. Buena parte del gobierno tiene lazos con el narcotráfico, el 40 por ciento de la población no sabe leer ni escribir y el salario medio de un funcionario son 50 euros al mes.
En palabras de José Francisco Gan, coronel del Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército de Tierra:
"Hay que enseñar a los ciudadanos medios de vida diferentes a los que les llevan a a delincuencia. No se puede pretender que alguien que busca comida se quede quieto en casa. Si el talibán le paga un dinero por engrosar sus filas, lo hará. Hay que darle una oportnudidad de desarrollo y hay que darle un trabajo. Pero no para un día... Hay que darle expectativas de futuro. Entonces habrá una oportunidad para el país".
Es la teoría, pero en la práctica algunos miembros del gobierno pagan por el alquiler de sus mansiones 10 mil euros al mes. Mientras, Sanidad gasta 8 euros por persona al año.