01 septiembre 2008

Inventar La Habana/2

Las úlltimas palabras del anterior post no son una exageración. Un cubano medio cobra alrededor de 200 pesos cubanos. Al cambio, son unos 7 euros. Como suelen decir, el sueldo se va en la factura de la luz. ¿Y para el resto? “Se inventa”.

El problema es que el gobierno paga en pesos cubanos, pero todos los productos están en pesos convertibles. (Para quien no conozca el sistema monetario, una breve explicación. En Cuba coexisten dos economías con sus correspondientes sistemas monetarios. El peso cubano y el convertible o CUC. El primero es el que usan exclusivamente los cubanos, no pueden sacarse billetes del país y tampoco es convertible a moneda extranjera. El CUC es el usado por el turismo y aquellos cubanos que consiguen divisas. Diez CUCs son unos 7 euros. Hasta el 8 de noviembre de 2004 esta moneda circulaba en paralelo y con igual valor al dólar americano. Desde esa fecha dejó de utilizarse la moneda americana como forma de pago en establecimientos en divisa y sólo se utiliza el peso convertible.)

Todos los cubanos quieren cambiar sus pesos por CUCs. En las calles, museos o tiendas siempre hay alguien que intenta “vender” un peso (se supone que el turista se quiere llevar un peso como recuerdo). La otra forma de conseguir CUCs es el invento. Al negociar con turistas, éstos van a pagar en CUC. Y entonces las cuentas empiezan a salir.

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Dice un representante de la disidencia en España.

Cuba es hoy un país con una economía maltrecha y desestabilizada donde los derechos laborales de los trabajadores son sistemáticamente ignorados así como son incumplidos los acuerdos internacionales refrendados con organizaciones como la Organización Internacional del Trabajo. A modo de ejemplo baste citar las consecuencias que para los trabajadores cubanos tiene la existencia de una doble moneda: el peso cubano desvalorizado hasta niveles que suponen cuatro veces menos que el peso convertible o "divisa" cuyo valor tiene equivalencia con el euro y que es la única moneda que circula fuera de las tiendas específicamente cubanas. Es necesario señalar que éstas son establecimientos desabastecidos, alarmantemente escasos y con una absoluta falta de higiene, como cualquier turista o viajero, con un mínimo interés por ello puede comprobar. Los sueldos medios no sobrepasan los 225 pesos cubanos, que a cambio suponen 10 euros, esto es por debajo del nivel de la pobreza. En un país donde los precios son equiparables a los europeos, esta situación engendra un tan alto nivel de corrupción que no hay cubano que no se dedique a la extorsión o el pillaje. El gobierno, obviamente, es conocedor de esta situación pero hace la "vista gorda" y aunque existen regulaciones contra ello, sólo son ejercidas como medida de presión o, aleatoriamente, recaen sobre los trabajadores menos afectos al régimen. Los cubanos aseguran que, ante las penas de cuatro años que pueden recaer sobre ellos, es preferible esto a vivir en las condiciones a las que su gobierno les condena.

En el sector turístico, uno de los sectores con mayor peso en la economía cubana y que absorte el mayor porcentaje de trabajadores, éstos son contratados no directamente por las empresas inversoras sino por otras mediadoras dependientes del gobierno y que, a su vez, son las que pagan a dichos trabajadores reteniéndoles hasta un 98% de los salarios. Lo que suponen nuevas violaciones internacionales que Castro impone y que las empresas inversoras acatan. Todo esto sin citar la prohibición de derechos elementales como el de asociación, reunión o sindicación libre o el derecho a la negociación colectiva o la huelga o, las altas penas de prisión a que son condenados los sindicalistas independientes.

Si arriba puede leerse “Inventar la Habana”, es porque no sería justo escribir “Inventar Cuba”. Si bien el invento está ampliamente repartido por toda la isla, es cierto que es en la capital donde la proporción es superior. También en las ciudades se inventa mucho. En cambio, en lo pueblos pequeños y abandonados -donde los habitantes están sentados a sus puertas, y esperan, nadie sabe qué- apenas existe invento porque apenas hay turismo. Hay quien me dijo que la razón es que en los pueblos la gente es más honrada, más natural, menos contaminada. A mí estas palabras me suenan a teorías arcaicas y un tanto peligrosas. Cada cual que elija su respuesta.

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En el anterior post decía “a la larga, será muy perjudicial para el conjunto de la población cubana”. En Cuba hay miles, o millones, de personas acostumbradas a inventar para vivir. No pasan e mes con su sueldo, siempre buscan más. Ahora lo hacen por necesidad pero el día que cambie el sistema, cuántas trabajará de veras? Un cubano me explicó el funcionamiento de la mayor parte de los trabajos. Hay que pensar que todo el mundo trabaja para el gobierno, de quien reciben una cartilla de racionamiento (como se puede imaginar, escasa) y un sueldo fijo, y miserable, hagan o no bien su trabajo. Él iba por la mañana a su puesto de trabajo. Daba un paseo, charlaba con los compañeros. Desayunaba. Saludaba a su jefe, que también acaba de desayunar. Echaba un cigarro. Se aburría. Se iba a casa. Así día tras día (hasta que se cansó y decidió no trabajar más para el gobierno cubano).

Cuba es hoy un país de funcionarios (así va la producción). Como escuché decir, sólo trabajan los que tratan con turistas, y las putas (hubo quien dijo que sólo las putas). El cambio, cuando llegue, puede ser brutal. ¿Se acostumbrarán a no inventar? ¿A trabajar 8 horas diarias? ¿A aguantar con su sueldo?

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