09 septiembre 2008

Inventar La Habana /4

La Revolución acabó con el poder de la Iglesia. Es uno de sus aspectos más positivos. En el resto de Latinoamerica, la Iglesia ha amparado a dictadores, ha confesado a personas para luego delatarlas, ha abusado de menores de edad. No en Cuba.

Hoy, el divorcio está a la orden del día. No es tan traumático como en España; no es negativo. Uno comienza una vida en común con otra persona, al tiempo no funciona y se termina. De forma cordial, sin juicios, sin problemas por la custodia de los hijos. Después se vuelve a casar con otra persona que a su vez, ya tiene un hijo. Todo muy civilizado.

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“Aquí, ser madre soltera no sólo no es un problema, es lo normal. Divorciarse y volverse a casar, incluso entre amigos, no causa ningún problema social. En las fiestas se reúnen hijos de distintas parejas, con todos los padres presentes, y se considera normal. No es el drama español". Este texto corresponde a un reportaje de John Carlin sobre Islandia, pero bien podría aplicarse a Cuba.

De igual modo que el matrimonio ya no es tan sagrado, tampoco lo es la vida de un feto. El aborto no es tabú; muchas jóvenes lo practican sin problemas. Todo por no llenar la isla de bebés no deseados. En España, país desarrollado y, en teoría aconfesional, aún es un problema abortar.

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Los homosexuales también se han visto favorecidos por esta política arreligiosa. Las bodas, según me dijeron, están legalizadas, al igual que el cambio de sexo, tanto en el documento de identidad como en el quirófano. Estas medidas no han sentado bien en algunos círculos. Eso sí, ha celebrar el Día del Orgullo Gay en La Habana ha costado más de 40 años.

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