La cuestión no es si hay terrorismo: por supuesto que lo hay. Tampoco si el terrorismo y los terroristas deben ser combatidos: por supuesto que deben serlo.
La cuestión es qué otros males toleramos –o creamos– centrándonos exclusivamente sobre un solo enemigo y utilizándolo para justificar un sinnúmero de otros males menores nuestros.
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