10 noviembre 2008

Nadie hablará de esta película cuando acabe el invierno

Me lo temía. Sabía que iba a tirar 6'80 euros a la basura; que iba a salir decepcionado del cine, que debía haberme quedado en casa leyendo. Aún así. Siempre caigo en la trampa.

Es un tópico, pero segundas partes no suelen ser buenas. Quizá alguna mejore a su predecesora (no es el caso de El Padrino II, como todo el mundo parece sostener), pero en general sólo son películas nacidas de su éxito. El productor quiere aprovechar el filón de la primera parte -la original y verdadera- y crea la segunda con ella en la mente. Repite personajes, esquemas, alude a diálogos, escenas, lugares o músicas, intenta imaginar un futuro para el protagonista, cierra su historia de forma definitiva. Todos estos recursos, por supuesto, son un error. Y casi todos ellos aparecen en Sólo quiero caminar, la, ejem, segunda parte de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto.

Aquí Gloria Duque (Victoria abril), la protagonista de Nadie hablará... ya no es la joven ignorante que intenta sobrevivir en un Madrid frío y gris. Ya no está desvalida ni necesita de la ayuda de su suegra. Ya no tiene miedo. Han pasado los años y se ha convertido en la jefa de una banda de ladronas. Ariadna Gil, Elena Anaya, Pilar López de Ayala están bajo su mando y se dedicar a robar y prostituirse (primer fallo de guión: si son unas expertas ladras y saben manejar el bricolaje mejor que McGyver, ¿para qué tantas felaciones?). Como los caminos del guionista son inescrutables, no se puede entender por qué un buen día están todas en México DF. Pero allí están, dispuestas a robar a un mafioso mexicano malísimo (tanto que da un poco de risa, ¡qué diferencia con los mafiosos de hace 15 años, con Federico Luppi a la cabeza!) en venganza por haber jugado una mala pasada, por decirlo suavemente, a una de ellas.

En este punto, toda la dignidad que podía tener la película se cae por la borda. Sólo quiero caminar deja de intentar ser algo para convertirse en una mala mezcla de Ocean's Eleven, Bella fuerza 5 y Amorres perros.

Vayamos por partes.

La banda de mafiosos mexicanos es patética. El jefe no se hace respetar, el segundo de a bordo (Diego Luna), -verdadero protagonista de la película, el único que la salva de la quema- viste a lo Reservoir Dogs, pero no consigue acercarse a la altura de los zapatos ni al Señor Rosa. Lo sicarios son blandos, estúpidos e irreales; uno de ellos dice ser virgen, con eso basta.

Las actrices (salvo Victoria Abril, que ya tiene una edad), son muy bellas y atraen al espectador sin tener que enseñar nada (todo un logro para el cine español). Punto. Agustín Díaz Yanes tiene en un plató a 4 grandes actrices y sólo consigue sacar algo, tampoco mucho, de Ariadna Gil. Elena Anaya es la Eelena Anaya de siempre, Pilar López de Ayala no sabe por dónde le viene el aire y la interpretación de Ariadna Gil ya se vio, y mejor, en la inolvidable Antártida. De Victoria Abril, sólo se puede decir que es la Gloria de la primera parte con 15 años más.

Durante la película uno se pregunta, “¿Todo esto para robar dinero? Qué triste”. Tantos problemas sólo por un puñado de billetes mexicanos. Nadie hablará... era un canto a la voluntad, a la resistencia, al valor de la vida, al amor, a la amistad. Sólo quiero caminar es, como mucho, un gruñido al dinero.

Lo mejor la música, cortesía de Javier Limón y Paco de Lucía. Pero, ya se sabe, cuando de una película te quedas con la música, malo.


Aquí los trailers de las 2 películas. Sólo hay que comparar.





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