26 septiembre 2009

Vuelve Pedro Guerra

Hace un rato, escuchando Spotify, me ha saltado uno de esos molestos anuncios con que bombardean a los que no pagamos por el programa. Para mi sorpresa, no ha sido de Bacardi, ni de una compañía telefónica ni de alguna película para adolescente hormonados.

Era Pedro Guerra. Él mismo anunciaba su nuevo álbum, Alma mía, volumen 1. Inmediatamente he pinchado en el banner y he descubierto que Pedro Guerra no está acabado. Después de 2 discos prescindibles y un disco en directo mal enfocado, ha decidido sentarse a solas con su guitarra y grabar las canciones que escuchó en su infancia. Boleros, zambas y coplas. Como dos extraños, La bien pagá, Ella. La música de nuestros padres y abuelos. La que nunca pasa de moda.

Sin embargo, parece que a la gente no le ha gustado mucho el anuncio... (ampliar fotografías)

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A mí, en cambio, me ha alegrado la mañana. Aquellos "nuevos cantautores" surgidos a mediados de los 90 no están del todo muertos. Ismael Serrano, Rosana, Javier Álvarez y el propio Pedro Guerra se convirtieron (casi) en iconos para una breve generación. Su éxito fue fugaz, su magnetismo se desvaneció, sus consignas -sobre todo las de Ismael Serrano- estaban ya caducas.

1999 fue un año crucial en este movimiento. Javier Álvarez publicó Tres, su disco de ruptura. El mensaje antibelicista había dado paso a canciones que fueron censuradas en las radios más comerciales. Una de ellas, Padre, comenzaba con un contundente verso -Soy pajillero, maricón y drogadicto- y terminaba gritando a los 4 vientos que su autor no creía en Dios.

Pedro Guerra giró hacia dentro de sí mismo y publicó Raíz. Los conciertos con guitarra quedaron atrás; era el tiempo de melodías y letras más complejas. Con Ofrenda, su paso adelante fue aún mayor. Quizá por mala conciencia, grabó dos discos muy parecidos a Golosinas; pero ya no había magia, ni novedad.

De Rosana poco puedo hablar. Me quedé en Lunas rotas. Pero Si tú no estás sigue siendo una de las canciones de amor más bonitas de los últimos tiempos.

Ismael Serrano me recuerda a uno de aquellos veteranos de la guerra del Vietnam que sufren estrés postraumático y ven Charlies por todas partes. Nació en el pasado, de alli no se ha movido. Una lástima. A pesar de todo, aún no soy capaz de escuchar su primer disco, Atrapados en azul. Demasiados recuerdos.

Quedan -a mi juicio- pocos cantantes interesantes en el panorama español. La vieja guardia -Aute, Serrat, Sabina- vive de homenajes y rentas. Aquellos grupos de la movida parecen más viejos que los Rolling Stones. Los nuevos no aportan nada interesante; el más joven es Nacho Vegas: tiene 35 años y lleva 20 en la música. La generación intermedia, con Loquillo y Bunbury a la cabeza, sí aporta canciones y discos interesantes de cuando en cuando.

En este contexto, el retorno digno de Pedro Guerra siempre bienvenido.

El 26 de octubre estará en la FNAC de Zaragoza. Supongo que tendré que trabajar. Esperaré a la gira oficial.

24 septiembre 2009

Propuesta para Ignasi Guardans

No tengo muy claro si quiero escribir este post. No me considero un quejica ni un "luchador por los derechos de los minusválidos" (a partir de ahora, retrones). Pero ayer surgió un interesante debate en el blog del Guionista Hastiado y me apetece contar aquí mi opinión. Además, la actualidad internacional me da sopor y no he leído ningún buen libro últimamente.

La cosa va de la ley del cine. Por lo visto, a su presidente se le ha ocurrido la brillante idea de introducir la discriminación positiva a la hora de repartir ayudas. En igualdad de condiciones, calidad y presupuesto, las películas con "responsable o directora" mujer tendrán "un plus" en la concesión de hasta un 50% más.

Es decir, Juan y Luisa quieren dinero para rodar una película. Las dos son igual de buenas -o malas-, las dos tienen presupuesto parecido y las dos son igual de fácil -o difícil- de rodar. La pasta va para la película de Luisa.

El debate ya está en la red. ¿Es necesaria la discriminación positiva hacia la mujer? Hay opiniones para todos los gustos, pero yo creo que en el ámbito del cine esta medida es prescindible (hay otros aspectos donde la desigualdad de la mujer es más patente, y su solución más urgente).

Pero no me voy a meter en este berenjenal. Prefiero proponer -si es que de algo vale proponerlo aquí- la discriminación positiva para los retrones.

Para acceder a la Universidad, el gobierno nos reserva un porcentaje de plazas; también lo hace en ciertas oposiciones. Creo que es una medida adecuada y, hoy por hoy, necesaria. Después de -literalmente- siglos en la oscuridad, viene bien un empujón para salir a la luz pública. Con un poco de suerte, dentro de 30 años podrán eliminarse estas medidas (igual que se lo están planteando en EE.UU. con los negros).

¿Cuantos retrones hay en el mundo del cine? Pocos, muy pocos. (Y el Langui no cuenta; si te interpretas a ti mismo, no actúas. El Goya no fue por su trabajo, sino por el hecho de ser retrón. ¿Se lo darán este año a Pablo Pineda?)

Este año voy a cursar un máster de guión de cine; lo imparte la UAB y es online. Antes de verano solicité las ayudas a estudios artísticos que otorga la Diputacón Provincial de Zaragoza.

A la vuelta descubrí que mi solicitud había sido rechazada porque no era presencial. Me acerqué a protestar y la respuesta que me dieron me dejó estupefacto. Mi curso era online y, por tanto, no tenía cabida. Les expliqué que, debido a mi minusvalía, no podía trasladarme fuera de Zaragoza; también señalé que las bases no especificaban que los estudios tuvieran que ser presenciales. Después de mucho insistir, admitieron que nunca se había presentado un caso similar y, por tanto, no estaba contemplado.

En resumen: hasta ahora ningún retrón había solicitado una beca para cursar estudios artísticos, y para uno que se presenta, lo rechazan porque va a estudiar de la única forma posible en este país en el que escasean las escuelas de cine.

Por tanto, creo que el Ministerio deberá plantearse dar un plus a los cineastas retrones. Ya va siendo hora de que alguien recoja un Goya en silla de ruedas (y será divertido ver al tipo que entrega el premio ayudarle a subir las escaleras).

Lo peor de todo -lo más significativo- es que ni se les ha pasado por la cabeza la posibilidad.

Así no avanzamos.

(Y ya vale de hablar de mí, que ya van dos
posts seguidos. En el próximo voy a subirme al carro de PRISA y criticaré al gobierno de Zapatero...)

16 septiembre 2009

Leonard Cohen: autobombo

La primera vez que escuché a Leonard Cohen fue en una película, El tiempo de la felicidad. Una de las hijas estaba obsesionada con una canción suya, Bird on the wire, y no se soltaba de uno de sus LPs, Songs of Love and Hate.

Esto fue en verano de 1997; en septiembre me compré un recopilatorio suyo. Allí estaban incluidas todas las grandes canciones de su primera etapa: Suzanne, Sisters of Mercy, So longMarianne, Who by fire?... Durante meses recorrí una y otra vez la tienda de discos Linacero para compar aquel álbum de la película. Pero allí no aparecía la canción. Encontré otros recopilatorios, más centrados en sus últimos años. Por fin, un día me compré un disco en directo. Me costó 3.000 pesetas, una barbaridad para mi economía de aquel tiempo. Es de los pocos discos de mi adolescencia que todavía me acompañan.

Con el paso del tiempo, descubrí que sus discos de 1988 y 1993 eran soberbios, a pesar de haber cambiado la guitarra por el sintetizador. Antes de tener una conexión decente a internet ya paseaba con frecuencia por Leonard Cohen files, la web más completa sobre el artista. Allí descubrí con horror que había actuado en Zaragoza años atrás, y que no tenía planes de volver a la carretera. Internet me proporcionó también la posibilidad de descargarme directos suyos en diferentes momentos de su carrera. El fondo es perfecto: sigo sin entender por qué no los han editado de forma apropiada.

En 2001 publicó un nuevo álbum. Las fotografías mostraban a un Leonard Cohen delgado y canoso; también con una mirada llena de paz. Era un hombre de vuelta de todo, en el mejor sentido de la expresión. Ten new songs es un mal disco. Apenas un par de canciones soportan varias escuchan. Eran simplemente, diez canciones nuevas.

Un nefasto 23 de abril, la página web me dio una alegría. Había un disco y una gira en el horizonte. Lo tuve claro: si actuaba en Europa, iría a uno de sus conciertos.

Dear Heather resultó ser un álbum muy sólido. La voz era más grave que nunca y los arreglos no parecían música de feria.

En cuanto a la gira, tuve la oportunidad de verlo en Benicássim. Lo conté aquí hace algo más de un año.

Ayer vino a Zaragoza. Gracias a mi trabajo y a la generosidad de mis compañero y jefes (cambios de turno, cobertura de temas en los que no trabajo...) pude entrevistar a su guitarrista. Se llama Javier Más, y es de Zaragoza. El tipo tiene unos cincuenta años y lleva toda la vida tocando para otros: Labordeta, La Bullonera, María del Mar Bonet...

En 2006 dirigió un disco tributo a Leonard Cohen. Poco después recibía una llamada suya, invitándole a acompañarle en su gira. Desde hace 18 meses toca la bandurria en su banda.

Aunque parezca increíble, es el principal instrumento. Las introducciones a las canciones son soberbias y arrancan los aplausos del público. En Europa y Estados Unidos se le ve como un exótico que se ha colado en la banda y su nombre aparece en todas las críticas que se escriben. Al principio del concierto, Cohen se arrodilla ate él; los medios de comunicació sólopueden grabar el primer tema, así que su fotografía aparece en numerosas ocasiones.

Después de entrevistarle, llegó el esperado momento. 3 horas y cuarto de bellas canciones, arreglos precisos y creativos y una banda que suena a la perfección, sin una mala nota o una entrada a destiempo.

Pero el problema de ser tan fan (y de tener el Live in London que grabó en esta misma gira) es que conocía a la perfección el orden de canciones. La sorpresa quedaba descartada. Aun así, fue un concierto inolvidable.

Pero quizá lo mejor -y, supongo, el fin de esta historia- ha llegado esta mañana.

A las 11 de la mañana he entrado en el hotel Palafox y he tenido la siguiente conversación con la recepcionista:
-Buenos días, mi nombre es Raúl y querría hacerme una fotografía con Leonard Cohen. ¿Ha abandonado ya el hotel?

-No, saldrá en una media hora. Pero no puede esperar aquí.

-Gracias, esperaré fuera.

Treinta minutos de nervios, frío y sudores después ha aparecido Javier Más. Nos hemos saludado, he elogiado su trabajo en el concierto y me ha preguntado por la pieza que ayer grabó Aragón TV. Salió en el informativo al tiempo que él comenzaba tocar los primeros acordes.

Su cara lo decía todo. He prometido enviársela por correo electrónico. Después, le he dicho que hoy venía como fan y que me gustaría hacerme una fotografía con Leonard Cohen.
-Tengo que comprar unas cosas. Cuando vuelva lo intento.
Al poco ha salido el artista. Hablando en inglés -y controlando mis nervios a flor de piel-, le he expresado mi deseo. Se ha mostrado muy amble y complaciente. De nuevo, he elogiado su trabajo y su "golden voice"; se ha reído y me ha dado las gracias muchas veces. Tiene razón Javier Más: Cohen es una persona cálida y humilde.

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El encuentro ha durado lo justo para hacernos la foto y despedirnos. Él ha subido al autobús, y yo he esperado al guitarrista, para que me diese su email. Cohen, al ver que el autobús estaba vacío, ha vuelto a bajar, se me ha acercado y ha iniciado una conversación casual. Hemos hablado de mi inglés, de mi trabajo, de su gira, de Javier Más... Repito: un hombre amable. Tiene una voz calmada y profunda, cuesta imaginarle gritando o nervioso.

Entonces ha aparecido la mánager del hotel y Cohen ha hecho lo propio con ella. Ha firmado un par de discos (el mío incluido, el directo que compré el siglo pasado) y se ha quedado con mi nombre. Cuando ha vuelto Javier Más, le ha pedido que se hiciera una foto conmigo, pero él le ha cortado.
-Ya conozo a Raúl.
La cara del guitarrista era digna de ver.

Nos hemos deseado suerte y nos hemos despedido. Él ha partido hacia otra ciudad, yo he recorrido la mía con una sonrisa que no cabía en la acera.

14 septiembre 2009

General Motors vende Opel: algunas reflexiones

1.-
La venta de General Motors a Magna y Sberbank es una mala noticia para los habitantes de Aragón. Unas 9 mil personas trabajan en la factoría, y centenares más ocupan puestos indirectos. Su plan es prescindir de 1.700 empleos. 1.700 personas a la calle. A algunas las prejubilarán (ya tienen edad para ello), otras irán al paro. La alternativa era RHJ: "sólo" quería quitarse de encima a 1.100 trabajadores.

2.-
El Gobierno de Aragón no ha hecho lo necesario por evitar la venta. Tampoco Moncloa ha presionado lo suficiente.

3.-
La noticia no ha tenido la relevancia que le corresponde. Los principales diarios digitales sólo la subieron a portada horas después. tampoco los informativos de las grandes cadenas le prestaron excesiva atención. El viernes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la vicepresidenta no sacó el tema a colación. Sólo habló de Figueruelas para rseponder a la periodista de Aragón TV. ¿Será porque General Motors no es importante? ¿Será porque 1.700 parados más no significan nada? No. La razón hay que buscarla más bien en la proverbial de inexistencia de Aragón.

4.-
El gobierno alemán ha jugado bien sus cartas. Angela Merkel es una buena política, que se preocupa por sus ciudadanos. El líder opositor ha felicitado al gobierno por la noticia. Están en campaña y los 2 grandes partidos comparten alegrías y decisiones. Impensable aquí. Spain sigue siendo different.

5.-
Los medios aragoneses han demonizado a Angela Merkel. Es, al parecer, la culpable de que Figueruelas se vaya un poco más a la ruina. En cambio, hubieran querido que Marcelino Iglesias y Zapatero presionaran hasta lograr el acuerdo con RHJ. En realidad, no critican la decisión: tienen envidia.

6.-
Alemania ha prestado 1.500 millones de dólares a GM a cambio de reducir al mínimo el número de trabajadores despedidos. ¿Devolverá la empresa el dinero? Tengo series dudas. Dinero público para salvar puestos de trabajo. Imaginemos que España hubiera hecho lo mismo. Dividamos 1.500 millones de dólares entre 1.700 empleados. Casi 900 mil euros por persona. El sueldo de una vida para muchos. ¿Debería el gobierno de Zapatero haber entregado dinero para reducir los despidos? Las cuentas no salen.

7.-
Las multinacionales son máquinas sedientas de dinero. Van allí donde más puede ganar. en los años 80, General Motors se instaló en Zaragoza porque los salarios eran bajos. España era un país casi recién nacido. Frente a las exigencias de trabajadores estadounidenses o alemanes, nosotros éramos fáciles de tratar. Eramos los fontaneros polacos de los 80.

8.-
Ahora no es así. España ha cambiado. Los salarios han subido y la producción se ha encarecido. Mantener una fábrica no es un rentable.

9.-
General Motors no ha cambiado. Las multinacionales no cambian. El capitalismo no cambia. Si hay un culpable en todo esto, es el capitalismo.


10.-
El capitalismo, una vez más, divide Europa.

04 septiembre 2009

Incompetentes

“La incompetencia suficientemente avanzada es indistinguible de la mala voluntad”.

Visto aquí

Coixet y el síndrome de La Moncloa

El José María Aznar que gobernó entre 1996 y 2000 no es el mismo José María Aznar que desgobernó hasta 2004. El primer Aznar entró casi de puntillas a La Moncloa, cuidando las miradas y comentarios. Hizo su trabajo como mejor creyó, y muchos ciudadanos se sintieron satisfechos con él. Una vez logró la mayoría absoluta, se soltó la melena, dejó de fingir que le importaba lo que decían de él, e hizo lo que realmente quería hacer. Se tomó a sí mismo demasiado en serio; se creyó su papel. Se le subió la fama y el poder a la cabeza.

Cambiemos el mundo de la política por el mundo del cine, cambiemos a José María por Isabel Coixet y tendremos un cuadro preciso de la trayectoria de a cineasta y de las razones por las que su última película es un pretenciosa, aburrida y, En última instancia, vacía.

Isabel Coixet es una cineasta muy personal: en cada una de sus películas podemos encontrar detalles, planos músicas y gestos escogidos por el puro placer de incluirlo en la película. No es algo exclusivo de ella: la obra entera de Tarantino es una excusa para hablar de las películas y canciones que le gustan; Almodóvar cuida mucho lo que lee, ve o escucha sus protagonista.

Pero una película es más que la suma de detalles personales, de guiños al público fiel. Los detalles son detalles, momentos puntuales que relajan al espectador de la trama para que sonría al recordar una música, un gesto, una imagen ya vista anteriormente. Mapa de los sonidos de Tokio no es tanto una película como una suma de detalles.



Coixet se ha creído su papel de artista cool y personalísima, ha olvidado que los espectadoras no fueron a ver La vida secreta de las palabras por la música de Antony and the Johnsons sino por la historia de amor que allí se contaba. En Mapa de los sonidos de Tokio (por cierto, está bien que los títulos sean bonitos, pero hay un límite) prima la música sobre la narración.

¿Qué cuenta, realmente la película? Intenta narrar -no lo logra- la historia de amor entre una asesina a sueldo y el hombre al que debe matar. Es una buena premisa (aunque el final esté claro demasiado pronto). Pero este argumento se ve difuminado y oscurecido por un anciano que, de cuando en cuando, habla en off y da su opinión sobe la chica y su aventura. Un anciano que se dedica a grabar los sonidos de Tokio. Un personaje sin ningún interés y, más aún, innecesario. ¿Quién es? ¿De dónde sale?

Un estorbo más.

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Como lo es Tokio en sí. Isabel Coixet se ha enamorado de la ciudad y quiere que sus espectadores también lo hagan. Para eso salpica -mancha- la película con planos, sonidos y escenas completas sobre el modo de vida japonés (el WC, el modo de comer ramen), sus extrañas costumbres (día del beso, día de la ira) o sus no-lugares (hoteles del amor, karaokes). Como si fuera las notas a pie de página de un ensayo. El protagonista dice en un momento dado que no hay diferencia entre los japoneses y los occidentales. Si no la hay ¿por qué mostrarla en pantalla?

Uno puede viajar a Japón a descubrir los nexos de unión entre las culturas, a comprobar que, efectivamente, la alegría y el llanto son iguales en Osaka que en Zaragoza; o puede ir con el dedo en alto señalando las diferencias y las "rarezas" de sus habitantes. Volverá a casa igual de vacío y lleno de prejuicios que se fue, y cuando hable de su viaje no incitará a sus amigos a ir a Japón. Es lo que sucede con Mapa de los sonidos de Tokio. Se esfuerza tanto en enseñarnos las "peculiaridades" del país que uno sale del cine sin ganas de visitarlo.

Otro estorbo, quizá el mayor, es la imagen. Hay películas maravillosas con planos sencillos y directos (Gran Torino), hay películas soberbias con planos complejos (las últimas de Almodóvar) y hay películas en las que el cineasta llena la pantalla de imágenes tan bonitas que acaban por empalagar. Es el caso de Mapa de los sonidos de Tokio. Está claro que Isabel Coixet sabe grabar planos bonitos, sabe dirigir a su fotógrafo y su cámara; sabe utilizar la música adecuada en el momento preciso. Pero ¿tiene que demostrarlo a cada segundo de la película? No. Definitivamente, no es necesario.

En la Historia de la Literatura existe un movimiento llamado Modernismo. Buscaba la perfección formal, la musicalidad, lo temas exóticos y la sensualidad. Fue un movimiento interesante en sus primeros años, pero terminó siendo un fin en sí mismo. Los modernistas buscaban la perfección y la belleza sólo por el placer de encontrarla. De tan bellos que eran sus poemas, eran insoportables.

Isabel Coixet podría haber caído en la misma trampa.



Su mejor película sigue siendo Cosas que nunca te dije. Una historia de amor con poco presupuesto, actores casi desconocidos y sin pretensiones. Lo demás son añadidos, ruido.

03 septiembre 2009

Repsol dicta la política exterior de España, por Gervasio Sánchez

Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Guinea Ecuatorial, Venezuela, Libia. Desde principios de julio, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos ha recorrido estos países, con grandes reservas petrolíferas y de gas, firmando acuerdos bilaterales y elogiando a regímenes y gobiernos que violan sistemáticamente los derechos humanos.

Antonio Brufau, presidente de Repsol, ya ha conseguido su principal objetivo: dictar la política exterior de España. Aunque no es la primera vez que ocurre en nuestra reciente historia, nunca se había hecho con tanto descaro y proselitismo.

Continúa aquí

01 septiembre 2009

El dolor hecho arte

Hay ocasiones en las que sales del cine sin saber si la película te ha gustado o no. Durante el visionado andas más perdido que un pato en un garaje, debatiendo entre la estupefacción y la carcajada. Al terminar -una vez vistos los títulos de crédito:es imposible levantarte de la butaca-, llega la inevitable pregunta: ¿Qué diablos he visto? Sólo pasadas unas horas eres capaz de juzgarla con cierta serenidad y decidir, por fin, si es buena o no.

Me sucedió con El hijo, de los hermanos
Dardenne, o La pianista, de Michael Haneke. Y también con Ánticristo la última creación de Lars von Trier.


Todos hemos oído hablar de ella, y en general, para mal. Pero (don)
Lars se merece una oportunidad. Hay que entrar al cine libre de prejuicios, y dejar que las poderosas imágenes llenen nuestra cabeza de belleza, amor, odio, violencia y horror.

Con todo esto está construida Anticristo. La belleza del prólogo, uno de los inicios más bellos del c
ine reciente; el amor de la mujer hacia su hijo muerto; el odio entre la pareja; la violencia salvaje que practican sin poder evitarlo; y el horror, el horror de saber que la locura no hace excepciones.


Hay que olvidar todo la simbología barata que se ha escrito sobre la película. Pasar por alto también la simbología -no barata, sino innecesaria: un juego del director- que plaga la película. Tampoco el argumento o los diálogos son importantes. Anticristo es arte, la obra de arte de un genio que intenta salir de su locura.

Y el arte se siente, no se analiza. Llega a las entrañas y no deja indiferente.