29 octubre 2007

Diferencias

Hay quien ha criticado la ausencia de Bob Dylan en la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias. En fin.

¿De veras pensaba alguien que iba a suspender su gira interminable para asistir con pajarita a una ceremonia de la que unca ha oído hablar para recibir un premio que no le importa lo más mínimo? Bastante hará si le dice a su manager “La próxima vez que vayamos a Europa, mira a ver si me consigues unos shows en España; que parece ser que me han dado un premio o algo; eso me dijero los de prensa”.

Javier Ortiz escribe hoy que Dylan es un “iconoclasta”, un “gamberro”. Realmente Dylan es lo que yo llamo un "tocapelotas"; siempre hará lo contrario a lo que se espera de él y buscará la provocación por puro placer.

De todas formas, deberíamos separar entre arte y comportamientos de artistas. Muchos critican a Dylan, Van Morrison, Sabina, Bunbury, Martin Amis... ¿acaso Wagner, Proust o el mismo Cervantes fueron más "formales"? ¿Acaso importa?

Aquellos que se escudan en el comportamiento de un artista (a menudo critican comportamientos superficiales, no ideologías políticas o actitudes repugnantes; hablarán mal de Sabina y sus placeres ilegales o sus boutades, no de la connivencia de Silvio Rodríguez con el Castrismo) para criticar su arte no saben diferenciar forma de fondo.

Cuando me siento a escuchar a Dylan, sólo siento su poesía. Con eso basta.

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