Quizá sea ésta la última imagen que los europeos recuerden de Bush.
Un hombre que estuvo al borde del abismo del alchol y la indigencia, un hombre que desayuna y habla con Dios todos los días, un hombre al que el poder ha envejecido, un hombre que cree con sinceridad que sus acciones son correctas -por mucho que se equivoque las más de las veces-, un hombre, en definitiva que bien podría simbolizar el sueño americano, abraza a otro que es su igual y su opuesto, un hombre que siempre ha perseguido con éxito el dinero, que desayuna con Dios, pero puede cenar a gust con el Diablo, que rejuvenece cada pocos meses, que sabe con fría certeza que sus acciones no son las adecuadas, un cínico vividor, la mezcla perfecta entre Casanova, Maquiavelo y Fausto.
Dos de los hombres más odiados por los ciudadanos europeos sonríen en su último encuentro oficial. Mirando esta fotografía, sólo se puede decir, “Por fin se va”. Aunque todavía nos queda el otro.
Dos de los hombres más odiados por los ciudadanos europeos sonríen en su último encuentro oficial. Mirando esta fotografía, sólo se puede decir, “Por fin se va”. Aunque todavía nos queda el otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario