Camino de su muerte en un campo de concentración, un personaje de Vida y destino piensa, “La lengua de Goethe sonaba horrible en medio de la noche en las estaciones rusas”.
Durante varios años estudié alemán, un idioma que adoro. Para mí es mucho más interesante que el inglés y, aquí viene las discusiones, suena mejor que el inmerecidamente afamado francés. Es más interesante que la lingua franca actual por el sencillo motivo de que el alemán es un idioma más complejo en su sintaxis y preciso en su léxico; si bien cuesta más aprenderlo, la satisfacción al pronunciar una frase o leer un texto es mayor que hacerlo en inglés.
La razón de que a mí me suene mejor que el francés es una simple cuestión de gustos (o de genes). Hay una teoría que viene a decir que, en temas de idiomas, hay gente “del sur” y gente “del norte” (seguramente existirán términos más científicos). Es decir, que hay quienes prefieren el francés, italiano o catalán (y tienen facilidad para aprenderlos), y quienes se decantan por el inglés y el alemán (y a veces el ruso). Esto es muy fácil de comprobar en cualquier escuela de idiomas. Yo soy “del norte”.
Existe la impresión de que el alemán es un idioma feo y rudo. Los comentarios usuales son del tipo “parece que están insultando”, “las palabras son como gritos y órdenes”. Siempre he pensado que la culpa de esta impresión, para mí errónea, la tiene el nazismo (y, en menor medida, Hollywood). A un nivel superficial, la asociación “alemán” y “Hitler” es inmediata; pocos piensan que es la lengua de Goethe, de Günter Grass, de Wagner o Beethoven. La secuencia ilógica es: el alemán era la lengua que hablaban los nazis; los nazis insultaban y daban órdenes; el alemán sirve, primordialmente para insultar y dar órdenes; y a eso suena.
Por supuesto, pocas personas han escuchado hablar a un nazi de verdad, si acaso algún breve fragmento de un discurso de Hitler. La mayoría escuchamos hablar alemán por primera vez en una película sobre la II Guerra Mundial producida en Estados Unidos. Así, parte de la culpa de este germanofobia debe recaer en Hollywood.
En 1939 había dos países fascistas, pero nadie recuerda a Italia, y el italiano es un idioma “musical”. ¿La razón? El menor número de películas en que los “malos” eran los italianos (incluso en una película sobre el fascimo en Italia, La vida es bella, los “malos” siguen siendo los alemanes).
Invito aquí a escuchar varios vídeos en alemán. El primero es un fragmento de El triunfo de la voluntad, la película en la que que Leni Riefenstahl glorifica al partido nazi.
El segundo vídeo lleva por título Wozu sind Kriege da; en español, “Para qué sirven las guerras” (da una idea de su mensaje).
Los mismos que quisieron glorificar a Alemania destruyeron la reputación de su lengua.
Durante varios años estudié alemán, un idioma que adoro. Para mí es mucho más interesante que el inglés y, aquí viene las discusiones, suena mejor que el inmerecidamente afamado francés. Es más interesante que la lingua franca actual por el sencillo motivo de que el alemán es un idioma más complejo en su sintaxis y preciso en su léxico; si bien cuesta más aprenderlo, la satisfacción al pronunciar una frase o leer un texto es mayor que hacerlo en inglés.
La razón de que a mí me suene mejor que el francés es una simple cuestión de gustos (o de genes). Hay una teoría que viene a decir que, en temas de idiomas, hay gente “del sur” y gente “del norte” (seguramente existirán términos más científicos). Es decir, que hay quienes prefieren el francés, italiano o catalán (y tienen facilidad para aprenderlos), y quienes se decantan por el inglés y el alemán (y a veces el ruso). Esto es muy fácil de comprobar en cualquier escuela de idiomas. Yo soy “del norte”.
Existe la impresión de que el alemán es un idioma feo y rudo. Los comentarios usuales son del tipo “parece que están insultando”, “las palabras son como gritos y órdenes”. Siempre he pensado que la culpa de esta impresión, para mí errónea, la tiene el nazismo (y, en menor medida, Hollywood). A un nivel superficial, la asociación “alemán” y “Hitler” es inmediata; pocos piensan que es la lengua de Goethe, de Günter Grass, de Wagner o Beethoven. La secuencia ilógica es: el alemán era la lengua que hablaban los nazis; los nazis insultaban y daban órdenes; el alemán sirve, primordialmente para insultar y dar órdenes; y a eso suena.
Por supuesto, pocas personas han escuchado hablar a un nazi de verdad, si acaso algún breve fragmento de un discurso de Hitler. La mayoría escuchamos hablar alemán por primera vez en una película sobre la II Guerra Mundial producida en Estados Unidos. Así, parte de la culpa de este germanofobia debe recaer en Hollywood.
En 1939 había dos países fascistas, pero nadie recuerda a Italia, y el italiano es un idioma “musical”. ¿La razón? El menor número de películas en que los “malos” eran los italianos (incluso en una película sobre el fascimo en Italia, La vida es bella, los “malos” siguen siendo los alemanes).
Invito aquí a escuchar varios vídeos en alemán. El primero es un fragmento de El triunfo de la voluntad, la película en la que que Leni Riefenstahl glorifica al partido nazi.
El segundo vídeo lleva por título Wozu sind Kriege da; en español, “Para qué sirven las guerras” (da una idea de su mensaje).
Los mismos que quisieron glorificar a Alemania destruyeron la reputación de su lengua.
2 comentarios:
Me encantan las lenguas, ya sabes. Y por eso me gusta este post. . :) pero en 1939 habia mas estados fascistas, la Portugal de Salazar y la España del tipejo ese, Franco.
La asociación lengua alemana-nazismo y de ahí el disgusto por dicha lengua me resulta un análisis un tanto simplista de la situación.
Hay mucha gente que piensa como tú y, desde luego, me parece más acertada la tesis "genética" que la otra.
Para nosotros, que hablamos latín, los relativamente guturales sonidos de los bárbaros del norte suenan peor.
Supongo que a ellos les pasará lo mismo pero a la inversa... ¿quén sabe?
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