Dentro de seis meses este hombre dejará de ser presidente de Estados Unidos. Ya no será el líder del mundo libre.
Este hombre es consciente de los sentimientos que provoca. Lo comprueba cada día. Pero hoy es especial; hoy debería haber sido diferente, y no ha sido así. Después del tradicional discurso del 4 de julio, -¡el Día de la Independencia, por Dios!, ¿no van a respetar nada?- vuelve a la residencia con la cabeza gacha y el ánimo caído.
No sabe que aún le espera otra mala noticia. Que ni sus compañeros le quieren. Que su figura, su nombre y su recuerdo suponen una carga. Quiere quedarse en casa para siempre. Es grande, puede trabajar desde allí. Las salidas al exterior sólo traen problemas.
Faltan seis meses, se dice. Ya queda menos.
Este hombre es consciente de los sentimientos que provoca. Lo comprueba cada día. Pero hoy es especial; hoy debería haber sido diferente, y no ha sido así. Después del tradicional discurso del 4 de julio, -¡el Día de la Independencia, por Dios!, ¿no van a respetar nada?- vuelve a la residencia con la cabeza gacha y el ánimo caído.
No sabe que aún le espera otra mala noticia. Que ni sus compañeros le quieren. Que su figura, su nombre y su recuerdo suponen una carga. Quiere quedarse en casa para siempre. Es grande, puede trabajar desde allí. Las salidas al exterior sólo traen problemas.
Faltan seis meses, se dice. Ya queda menos.
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