¿Hay presos políticos en Cuba? Por supuesto. ¿Cuántos? Es difícil de determinar. El gobierno no ofrece cifras, y las únicas estimaciones proceden de la ilegal, aunque tolerada, Comisión durante años de Cubana de Derechos Humanos. Según su presidente, Elizardo Sánchez, existen algo más de 200 presos políticos en la isla. La represión política ha cambiado. Dice Sánchez: “Ya no se basa en largas condenas de prisión como ocurría en años recientes (...) Lo más frecuente es que ocurran detenciones de corta duración, amenazas, interrogatorios por parte de los aparatos policiales".
Un ejemplo reciente de esta “nueva” forma de represión lo hemos podido ver estos días con el arresto de Gorki Águila. El cantante fue detenido por “peligrosidad social pre-delictiva", es decir, fue arrestado porque en el futuro podría haber cometido un delito e peligrosidad social. El primer día que llegué a la isla me dijeron que no intentase entenderla: “Esto es el trópico”. “Es delirante”, respondí. La prueba de este delirio tropical es que la relación causa-efecto se invierte. En Europa, alguien comete un delito y, después, es arrestado; en Cuba eres arrestado porque alguien piensa que vas a cometer un delito. Me recuerda a Minority Report, sólo que aquí las predicciones no las hace un ser creado y entrenado para ello.
La movilización de músicos españoles -no todos, no todos- y de activistas en la red ha sido intensa. También los medios de comunicación han dado cancha al asunto. Quizá gracias a este interés el cantante se ha librado de algo más que una multa. Entre la detención y su puesta en libertad han sucedido muchas cosas; merece la pena señalar una.
Un grupo de personas -entre las que había artistas españoles como Loquillo, Miguel Bosé o Alejando Sanz- escribió una carta a Pablo Milanés para que intercediera en favor del cantante. Según algunas informaciones, parece que hizo un par de llamadas que pudieron suavizar la situación. Pero no es suficiente. La noche anterior al juicio, Milanés dio un multitudinario concierto en la Plaza Antiimperialista. Muchos esperaban unas palabras de referencia al cantante detenido; no fue así. A mitad de espectáculo, varias personas sacaron una tela con el nombre de Gorki. Las fuerzas de seguridad, vestidas de civil y camufladas entre el público, le golpearon; hubo quien también fue arrestado. En comisaria les dijeron que la policía había actuado en su defensa: si no se lo llevan, el “pueblo” lo lincha por contrarrevolucionario. En fin...
¿Qué dijo Pablo Milanés de todo esto? Nada. Siguió cantando (quizá no se diera cuenta de lo que sucedía). A la salida el concierto se declaró “revolucionario y antiimperialista”. Esta actitud del cantante -no es el único artista pro Castro: hace años Silvio fue preguntado acerca de la represión de la homosexualidad en Cuba; su respuesta fue, “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada”- me carcome la conciencia. Uno querría que los que apoyan a dictadores fuesen seres horribles, feos, desagradables; que su trabajo no gustase, estuviese mal hecho, no fuese bello. Pero no es así. El triunfo de la voluntad está considerada una obra maestra del cine, aunque su tema y su intención fuesen abominables; de igual modo, las canciones y las voces de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez son muy bonitas, pero apoyan un sistema podrido y opresor. Los dos artistas, y otro similares, son muy queridos en la isla, incluso por personas -no todas, por supuesto- que quieren un cambio. Nunca lo entenderé.
Pese a todo, hay quien defiende la detención de Gorki Águila. Siempre se encuentran personas así. También hace 20 años se decía de las víctimas de ETA, “Algo habrá hecho”.
Quien quiera leer más sobre el asunto, puede hacerlo aquí. Para terminar, una entrevista del cantante después de ser liberado.
Un ejemplo reciente de esta “nueva” forma de represión lo hemos podido ver estos días con el arresto de Gorki Águila. El cantante fue detenido por “peligrosidad social pre-delictiva", es decir, fue arrestado porque en el futuro podría haber cometido un delito e peligrosidad social. El primer día que llegué a la isla me dijeron que no intentase entenderla: “Esto es el trópico”. “Es delirante”, respondí. La prueba de este delirio tropical es que la relación causa-efecto se invierte. En Europa, alguien comete un delito y, después, es arrestado; en Cuba eres arrestado porque alguien piensa que vas a cometer un delito. Me recuerda a Minority Report, sólo que aquí las predicciones no las hace un ser creado y entrenado para ello.
La movilización de músicos españoles -no todos, no todos- y de activistas en la red ha sido intensa. También los medios de comunicación han dado cancha al asunto. Quizá gracias a este interés el cantante se ha librado de algo más que una multa. Entre la detención y su puesta en libertad han sucedido muchas cosas; merece la pena señalar una.
Un grupo de personas -entre las que había artistas españoles como Loquillo, Miguel Bosé o Alejando Sanz- escribió una carta a Pablo Milanés para que intercediera en favor del cantante. Según algunas informaciones, parece que hizo un par de llamadas que pudieron suavizar la situación. Pero no es suficiente. La noche anterior al juicio, Milanés dio un multitudinario concierto en la Plaza Antiimperialista. Muchos esperaban unas palabras de referencia al cantante detenido; no fue así. A mitad de espectáculo, varias personas sacaron una tela con el nombre de Gorki. Las fuerzas de seguridad, vestidas de civil y camufladas entre el público, le golpearon; hubo quien también fue arrestado. En comisaria les dijeron que la policía había actuado en su defensa: si no se lo llevan, el “pueblo” lo lincha por contrarrevolucionario. En fin...
¿Qué dijo Pablo Milanés de todo esto? Nada. Siguió cantando (quizá no se diera cuenta de lo que sucedía). A la salida el concierto se declaró “revolucionario y antiimperialista”. Esta actitud del cantante -no es el único artista pro Castro: hace años Silvio fue preguntado acerca de la represión de la homosexualidad en Cuba; su respuesta fue, “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada”- me carcome la conciencia. Uno querría que los que apoyan a dictadores fuesen seres horribles, feos, desagradables; que su trabajo no gustase, estuviese mal hecho, no fuese bello. Pero no es así. El triunfo de la voluntad está considerada una obra maestra del cine, aunque su tema y su intención fuesen abominables; de igual modo, las canciones y las voces de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez son muy bonitas, pero apoyan un sistema podrido y opresor. Los dos artistas, y otro similares, son muy queridos en la isla, incluso por personas -no todas, por supuesto- que quieren un cambio. Nunca lo entenderé.
Pese a todo, hay quien defiende la detención de Gorki Águila. Siempre se encuentran personas así. También hace 20 años se decía de las víctimas de ETA, “Algo habrá hecho”.
Quien quiera leer más sobre el asunto, puede hacerlo aquí. Para terminar, una entrevista del cantante después de ser liberado.
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